Querido Dios:
Habla suavemente
en mi silencio
Mientras los
fuertes ruidos exteriores de mi entorno y los fuertes ruidos interiores de mis
temores sigan manteniéndome lejos de ti, ayúdame a confiar en que aún estás allí,
incluso cuando yo no pueda oírte.
Dame oídos
para escuchar tu suave vocecita diciendo:
“Ven a mí tú
que estás agobiado, y yo te daré descanso…pues soy amable y humilde de corazón.”
Deja que esta hermosa voz me guíe.
Amén
(Fuente: “Con las manos abiertas” Henri Nouwen)
REFLEXIONO:
¿Por qué yo evito el silencio?
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