Testimonio de vida
La vida y
muerte del P. Francisco Palau dejó una honda huella, no sólo en las hermanas y
hermanos por él fundados, sino en todas las personas que tuvieron la suerte de
haberle conocido. De entre los numerosos testimonios que disponemos,
presentamos como ejemplo algunos fragmentos del que apareció en El Ermitaño unos días después de su
muerte. El redactor, después de hacerse eco de los sentimientos de dolor
experimentados por los suscriptores por su pérdida, se explaya en la
descripción de los valores humanos y espirituales del P. Palau, fundador y
director de este periódico:
“¿Quién era el P. Palau?¿ cuál ha sido la santa misión que ha venido desempeñando tan heroicamente hasta los últimos instantes de su vida? Era un sabio y virtuoso sacerdote que consagró su preciosa existencia al bien de sus semejantes, “pasó haciendo el bien”. Creemos que esto es el mejor elogio, que sin exageración alguna podemos hacer de nuestro queridísimo Director…No hay ninguna duda que puede darse al P. Palau el nombre de Apóstol: la gloria de Dios, la salvación de las almas fue lo que lo guió constantemente en todos los actos de su vida; nada de lucro, nada de ambición, todo lo hacía para el bien de sus semejantes. De balde había recibido los dones que distribuía entre los desgraciados y los daba de balde., cumpliendo así fielmente le precepto de su Divino Maestro, “gratis lo habéis recibido, dadlo gratis”. ¿No podemos considerar también, amados lectores, al P. Palau como Profeta? Sin recordar el distinguido talento y fina táctica con que había desempeñado varios cargos y de grande interés y muy delicados, y la suma amabilidad y sencillez con que trataba a todos. Estaba dotado de una gran firmeza y constancia en todos los dogmas y verdades de nuestra religión católica…como un verdadero Apóstol de Jesucristo siempre había mostrado grande celo por la predicación y en el confesionario, y siempre incansable en trabajar en la viña del Señor por bien de todos. Todos sois testigos y tenéis una prueba clara y evidente del celo y energía con que ha trabajado el P. Palau…Y al mismo tiempo todos le habréis observado la grande resignación, paciencia y edificación con que ha sufrido y sobrellevado todas las persecuciones e infamias de que ha sido víctima durante estos tres o más años y esto porque trabajaba por la gloria de Dios y para la exaltación de la fe católica, porque se había constituido en un acérrimo defensor de la Santa Iglesia de Dios…Él ha muerto trabajando y peleando por la fe” (Ermitaño, 28 de marzo de 1872, 1-2)
Esto es sólo
una parte, pero muy significativa, de los valores evangélicos que vivió con
transparencia Francisco Palau y captaron sus contemporáneos: un hombre, un
religioso, un sacerdote apóstol y profeta, entregado apasionadamente sin
cálculos ni reservas, viviendo la gratuidad, entregado a la Iglesia, como la
única forma de existencia.
(Fuente: “100 Fichas sobre Francisco Palau”, Ma
Dolores Jara, Pilar Munil, cm. Ed Monte Carmelo, Ficha 26 pág 119-120)
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