5. DECISIÓN
"Te seguiré vayas donde vayas" (Lc 9, 57).
Una vez que vayas descubriendo qué es lo que Dios quiere de
ti, no te queda sino dar el paso, decir "sí", decidirte a seguir a
Jesús.
Tomar tal decisión es difícil. Ante la opción sentirás todos
tus miedos, incertidumbres y limitaciones: "¡Ay, Señor mío! Mira que no sé
hablar, que soy un muchacho" (Jr 1,7). Y sin embargo, a pesar de todas tus
limitaciones, o mejor, con todas ellas, has de responder al Señor, como Isaías:
"Aquí estoy, envíame" (Is 6,8); debes decidirte como María:
"Aquí está la esclava del Señor, cúmplase en mí lo que has dicho" (Lc
1,38).
Llegar a tomar una decisión con la cual comprometerás toda
tu vida, no sólo es difícil; es una gracia. Debes pedirle al Espíritu Santo esa
capacidad de respuesta.
No afrontar la decisión equivale a dejar correr tu vida,
desperdiciarla. Para iniciar el camino de la vocación, no esperes tener la
evidencia de que Dios te llama; te debe bastar tener la certeza moral en su
llamado.
Es necesario querer seguir radicalmente a Jesucristo:
"Sí, quiero seguirte ". Tal vez tengas dudas si llegarás al final, si
podrás con las exigencias, etc.; pero de lo que no puedes dudar es de tu
decisión; debes estar seguro de lo que tú quieres.
En este nivel podrás decir: "quiero consagrar mi vida a
Dios en el servicio de mis hermanos".
6. ACCIÓN
"Jesús los llamó. Inmediatamente dejaron la barca y a
su Padre lo siguieron" (Mt 4, 21-22).
Una vez decidido, ¡lánzate! No te dejes vencer por el miedo;
lánzate con miedo.
La decisión se debe concretizar en la acción. Debes poner
todos los medios que estén a tu alcance para realizar lo que has decidido. No
cedas a la tentación de diferir el ingreso: "Te seguiré, Señor. Pero
déjame primero... " (Lc 9, 59-61).
Con la decisión has comprometido todos los momentos
posteriores; ahora se trata de buscar cómo ser fiel. La única manera de
realizar el proyecto de Dios es la fidelidad de cada día. Tienes que vivir todo
momento en coherencia con lo que has decidido; cada paso debe ir dirigido hacia
la meta.
Y, ¿cuando venga la dificultad? Perseverar. El camino
emprendido es difícil. Hay que estar dispuesto a todo, pasar por lo que sea, a
enfrentar cualquier dificultad. Jesús no te ofrece otra cosa; "Si alguno
quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día y
sígame" (Lc 9,23). ¡Claro que el sendero es arduo y pesado!; pero tienes
en ti la fuerza del Espíritu Santo, y María te acompaña e impulsa a recorrer el
camino que Jesús ha trazado. Además, no se trata de cargar hoy la cruz de toda
la vida, sino sólo la de hoy; y así cada día.
En este nivel deberás de decir, como Pedro: "nosotros
lo hemos dejado todo y te hemos seguido" (Mt 10,28).
7. DIRECCIÓN ESPIRITUAL
"Levántate y vete a Damasco, allí se te dirá todo lo
que está establecido que hagas" (Hch 22,10).
En realidad, la dirección espiritual no es un paso más en el
proceso de discernimiento de tu vocación; es un recurso que debe estar presente
en cada uno de los pasos anteriores. El director espiritual te motivará a orar
y estar abierto a percibir los signos de la voluntad de Dios; te indicará donde
obtener la información y te ayudará a reflexionar. Te dejará sólo ante Dios
para que libremente decidas tu vida. Te ayudará a que te prepares
convenientemente para ingresar en la institución formativa. Su oración y
sacrificio por ti te alcanzarán del Espíritu Santo la luz para que descubras tu
vocación y la fuerza para seguirla. La Palabra de Dios dice: Para obtener un
consejo "recurrí" siempre a un hombre piadoso, de quien sabes bien
que guarda los mandamientos, cuya alma es como tu alma, y que si caes, sufrirá
contigo" (1S 37,12).
Si bien es cierto que la vocación es una llamada que Dios te
hace, y que nadie puede escucharla por ti ni responder a ella en tu lugar
también es cierto que tienes necesidad de un director espiritual que te
acompañe en tu camino de discernimiento vocacional y confirme la autenticidad
de tu llamado.
Es fácil hacerse ilusiones y creer que es llamada de Dios lo
que en realidad es solo un deseo subjetivo. Acudir al director espiritual es un
acto de humildad; es aceptar que no tienes el monopolio de la voluntad de Dios
sobre ti; es aceptar la mediación de un hombre de Dios, representante de la
Iglesia, para descubrir el plan que Dios tiene para ti.
Jesucristo, después de habérsele aparecido a Pablo en el
camino de Damasco, le dijo que fuera con Ananías, que este le indicaría cuál
era la voluntad de Dios. Cristo mismo hubiera podido decirle directamente a
Pablo qué quería de él, sin embargo, quiso valerse de la mediación de Ananías
para hacerle descubrir su vocación (Hch 22, 10-15).
En el discernimiento de la voluntad de Dios sobre ti. No
puedes prescindir de la mediación de la Iglesia.
Discernir lo que Dios quiere de ti, no es fácil, pero
tampoco es algo imposible. Si con sinceridad y humildad te pones a buscar la
voluntad de Dios, y realizas los pasos que aquí te sugiero creo que podrás
encontrarlo.
Dios quiera revelarte su proyecto sobre ti. Es El, el más
interesado en que tú descubras y realices tu vocación.
(Fuente: catholic.net)
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