miércoles, 27 de agosto de 2014

La vida siempre en obras

No terminamos nunca de construir, de hacer, de inventar. Palabras, citas, amistades, proyectos, esfuerzos, preguntas… todo eso forma parte del quehacer cotidiano. Por el camino toca levantar paredes, abrir puertas, tirar algún que otro tabique que nos separa a unos de otros. Y así está más que bien. Algún día pararemos, si faltan las fuerzas o los motivos. Pero no ahora. Ahora es aún tiempo de pintar, construir, cavar, sembrar, recolectar, escribir e imaginar. Nadie debería llegar, demasiado pronto, a un punto en el que sienta que ya lo ha hecho todo. Hay tanto por hacer, tanto por vivir, tanto por ir descubriendo y reconociendo…

«Para ello trabajo y peleo, con la energía suya que actúa eficazmente en mí» (Col 1,29)


Uno piensa en los constructores de las pirámides o de grandes obras como el Taj-Majal, obras milenarias que perdurarán en la memoria de la humanidad… y al lado de eso todo parece efímero. Uno podría pensar que poco va a significar la propia vida. Poco mis sueños, mis desvelos, mis estudios, mis noches sin pegar ojo por las preocupaciones cotidianas. Poco mis decisiones, mis amores, mis renuncias… Pero no es verdad. No es poco. Es todo, a ojos de un Dios para quien, cada uno de nosotros, somos la niña de sus ojos. Mi vida, mis sueños, mis logros, mis éxitos y fracasos, todo ello importa. Aunque no siempre lo veamos. Y porque importa, merece la pena intentar que sea, de algún modo, eterno.
 ¿Qué puedo hacer? ¿Qué espero hacer? ¿Qué quiero hacer con mi vida?

«Todo tiene su tiempo y sazón, todas las tareas bajo el sol» (Ecc, 3,1)
Yo no sé si es mucho o poco el tiempo de que dispongo. No sé si mis años se contarán como largos o cortos. Y así está bien. No saber, imaginar, proyectar, pero siendo conscientes de lo limitado de nuestro tiempo. Ese es el límite. Una vida. Una. Y en ese límite, me toca ser artista, creador, amante, hermano, escribir páginas hermosas, encender fuego que ilumine este pedazo de mundo que mis pies caminan. No puedo darle mucha importancia a mi vida, ni muy poca. La justa. Haciendo que cada día y cada hora importe. ¿Cuándo pierdo el tiempo? ¿Cuándo lo gano?

(Fuente: pastoralsj.org)

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