1.
La creación. Redescubre y valora el hermoso espectáculo que cada día te ofrece
gratuitamente la madre naturaleza donde está tan palpable la huella del
Creador.
2.
El silencio y la reflexión. Por ellos puedes vencer la superficialidad,
descender a tu interioridad y reencontrarte contigo mismo.
3.
Austeridad en tiempos de crisis. Descansar, pasarlo bien, disfrutar de la
familia… no equivale a
derrochar, malgastar o a vivir de forma egoísta.
4.
La oración y la práctica dominical. Las múltiples ocupaciones pueden llevarte a
olvidar lo fundamental para tu fe. Reza un poco más y recupera el hábito de ir
a la Iglesia; te sentirás mejor.
5.
El descanso. La fatiga y el afán por el trabajo y otras ocupaciones pueden
ofuscar el criterio de lo verdadero y lo justo.
6.
La alegre serenidad. No pienses que el goce humano nace del antojo satisfecho o
del dejarse llevar por lo más fácil.
7.
Memoria histórica. Recuerda de dónde vienes y recupera tus orígenes; mucho de
lo que allí has recibido, debes recuperarlo, familia, tradiciones, vivencia
cristiana.
8.
La familia. En una sociedad donde trabaja el padre y la madre fuera del hogar,
los hijos gozan poco de sus progenitores.
9.
La amistad. Las relaciones entre los amigos necesitan tiempo y espacio.
Cuídalas.
10.
Volver a tu lugar de siempre. Retorna a tu aldea, da vida a tu pueblo, alegra a
los que allí siguen, cultiva algunos frutos del campo, comparte su día a día, y
sobre todo, el tiempo lento del campo.
(Fuente:
padrejosemedina.blogspot)
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