"Síganme, y yo los haré pescadores de hombres" |
1.- El evangelio de hoy es muy parecido al de la semana
pasada, en el sentido de que habla de la vocación y los protagonistas son los
mismos, pero el que lo cuenta, el evangelista, es diferente, es San Marcos. De
hecho, los evangelios que leeremos este año serán los suyos.
2.- Del evangelio de San Marcos podemos decir que es el
que primero se escribió, que se basa en fuentes muy antiguas sobre los hechos y
palabras de Jesús, y que, además de ser por esto el más antiguo y más cercano a
Jesús, es también el más corto. De hecho, sería muy recomendable que buscáramos
un rato para leerlo entero. No nos llevaría mucho tiempo y nos daría una visión
general de cómo plantea la figura de Jesús, que después nos ayudará a ir
entendiendo los evangelios en este tiempo ordinario. Además de que siempre es
bueno leer y reflexionar la Palabra de Dios y buscar momentos en nuestro día a
día para poder hacerlo.
3.- En cuanto al tema de la Palabra de Dios de hoy, nos
sigue hablando de la vocación. Si la semana pasada la primera lectura nos
presentaba la vocación de Samuel, hoy nos presenta la de Jonás. Y en el
evangelio, volvemos a contemplar la vocación de los primeros discípulos: Pedro,
Andrés, Santiago y
Juan.
4.- Podríamos reflexionar varias cosas sobre la vocación.
La primera podría ser que Dios quiere comunicarse con nosotros, que nos habla y
nos llama, y nos encomienda la tarea de hacerle presente entre las demás
personas, a través nuestro. Otra cosa interesante podría ser que Dios nos habla
y nos llama en la vida cotidiana, en el trabajo de todos los días, como a los
primeros discípulos, que estaban pescando. También será interesante recordar
que Dios no nos pide cosas extrañas, ni imposibles de realizar, o para las que
no estemos preparados, sino que nos da las fuerzas necesarias para que lo
podamos llevar adelante. Y un último aspecto, y es que Dios quiere contar con
nuestra colaboración, con nuestra disponibilidad, que no hará nada sin
nosotros, sin nuestro SI.
5.- Pero también convendría que cayéramos en la cuenta de
que la vocación tiene también un carácter comunitario, es decir, que Dios no
nos llama a nosotros solos, ni de manera individual, sino que lo hace en grupo,
en comunidad, en Iglesia. Y la primera actividad que hace Jesús en su vida
pública es formar un grupo para vivir el proyecto del Reino de Dios al que ha
sido llamado por su Padre. No quiere hacerlo solo, no porque no pueda, sino
porque el estilo de Dios es otro. Y cuando nos llama a cada uno, también lo
hace con otros, para que nuestra acción sea comunitaria. Dios no quiere
“francotiradores” que vayan haciendo “la guerra” por su cuenta. Dios nos llama
a ser familia, hermanos, y a actuar de manera comunitaria, eclesial. La nuestra
es una vocación comunitaria. Somos el grupo de los seguidores de Jesús, que hemos
respondido a su llamada y queremos seguirle y darle a conocer, juntamente con
otros, que han escuchado la misma llamada y realizan la misma tarea: anunciar
la buena noticia del evangelio. Esas fueron las primeras palabras de Jesús:
“está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el evangelio”. Y también su
primera acción: “venid conmigo y os haré pescadores de hombres”.
6.- Todo esto lo podemos aplicar a nuestra vida, teniendo
en cuenta que nuestro Plan Diocesano de Pastoral nos dice que cuidemos la
“inspiración vocacional” de todo lo que hagamos, es decir, que caigamos más en
la cuenta de que Dios está en la vida, en lo cotidiano, y que es ahí donde nos
habla y nos llama (eso es la vocación, la llamada de Dios). Por tanto, en todo
lo que hacemos está Dios llamándonos. Se tratará de estar atentos para oír su
voz y responder con inmediatez, como lo hicieron estos primeros discípulos. Y
responder comunitariamente, como familia, como Iglesia.
7.- Precisamente este sentido comunitario es el que
queremos cuidar de una manera más general en esta semana de oración por la
unidad de los cristianos que la Iglesia siempre nos invita a celebrar en este
mes de enero. La unidad de todas las Iglesias cristianas será un signo de
credibilidad para el mensaje que anunciamos. No responderemos bien a nuestra
vocación comunitaria si estamos divididos. Y la unidad comienza por nuestras
propias comunidades, por nuestras parroquias, que no vengamos aquí y nos
sintamos como extraños, como desconocidos, cada uno sentado en su rincón y
esperando el “podéis ir en paz” para salir corriendo, “no sea que el cura me
pille para algo”. Nuestra vocación es más familiar, más fraterna. El Señor nos
reúne cada domingo en torno a la Mesa y nos trata como a hermanos: “esto es mi
cuerpo, que se entrega por vosotros; esta es mi sangre… haced esto en memoria
mía”. ¿Os imagináis a los discípulos en la última Cena mirando el reloj y
esperando que aquello se terminara cuanto antes? Recemos y pidamos por la
unidad de todas las Iglesias cristianas, empezando por la unidad de nuestra
propia familia, de nuestra comunidad parroquial. (Autor: Por Pedro Juan Díaz)
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