Enfermedad y muerte
El padre Palau había cumplido una misión en Calasanz y
regresó a Barcelona, tras breve estancia en la ciudad condal, el 10 de marzo
viajó en dirección a Tarragona en donde había establecido la última de sus
fundaciones. El mismo día de su llegada se vio aquejado por una enfermedad que
degeneró en pulmonía, fue agravándose y murió el 20 de marzo de 1872 acompañado
por sus hijas y dos sacerdotes exclaustrados, invocando la presencia de su “Amada
la Iglesia”. Se le escapó un lamento: El Señor me ha cambiado mi
suerte. Había
anhelado vivamente le martirio, se había ofrecido a Dios como víctima, como
inmolación por los pecados y las persecuciones contra la Iglesia. Pero Dios le
había preparado una muerte natural después de una vida gastada y entregada,
poco a poco, en el servicio de su Amada la Iglesia. Caminos de fe, rutas de la
providencia que marca el camino y nos ayudan a llegar al momento final.
(Fuente: “100 fichas sobre Francisco Palau”, Ma Dolores Jara
y Pilar Munil, cm. Ed Monte Carmelo, pág. 119)
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