Queridos hermanos:
El vino es el fruto de la vid, alegra el corazón del hombre,
es signo de la sangre derramada que presentamos en la eucaristía. Palestina
debía ser un lugar de buenos vinos al menos por las comparaciones y dichos que
aparecen en toda la Escritura. Nada extraño para sus oyentes, que Jesús diga:
“Yo soy la verdadera vid”, pero dice algo más: “Y mi Padre es el labrador. A
todo sarmiento mío que no da fruto lo poda para que dé más fruto”. Es preciso
volver a la cultura rural, quizás para terminar haciendo con los sarmientos una
buena fogata en la que asar las chuletas, (como el pescado asado por Jesús al
lado del lago) y beber el vino nuevo de la Pascua.
Recuerdos a parte, el Evangelio de hoy nos habla de
intimidad de vida vivida en comunidad. Él es la vid y nosotros los sarmientos,
hay una autentica unidad entre él y nosotros, podríamos afirmar que Cristo es
la comunidad y que la comunidad es Cristo. El Padre es el viñador, el que corta
los sarmientos para impedir que la energía de la comunidad se malgaste en
tantas cosas que no tienen que ver con la vivencia del Evangelio. ¿Cuantas
cosas hay que podar en nuestras comunidades y en nosotros: en el empleo del
tiempo,
en las ambiciones, el uso del dinero, la vanidad…? Aceptemos pues, la
poda del Padre, sobre todo la poda del corazón, para que toda la energía del
Espíritu, la savia de la vid, se transforme en frutos de amor.
“Permaneced en mí, y yo en vosotros”, permanecer en Cristo
es unirse a la comunidad. Así lo atestigua la primera lectura de los Hechos:
Pablo hace un gran esfuerzo para unirse y acercarse a la comunidad de Jerusalén
y la comunidad elimina los recelos y se abre al miembro nuevo que quiere
incorporarse. La no integración del miembro a la comunidad, y de la comunidad
que no acoge al miembro, hace estéril la vid. El primer testimonio de la Pascua
es una comunidad unida en Cristo, lo que no quiere decir que no exista
diversidad de criterios. A todos nos cuesta aceptar esta misteriosa unión con
Cristo en la comunidad, pero no tanto por los elementos teóricos, cuanto por
las consecuencias prácticas. Aceptar que somos una única vid en unión íntima y
estrecha con el Señor resucitado, nos obliga a cambiar nuestros cómodos
esquemas mentales.
“Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en
vosotros, pediréis lo que deseéis, y se realizará”. No podemos decir que
estamos unidos a Cristo si no hacemos caso a sus palabras. Nos unimos no a un
sentimiento o a un Jesús hecho a nuestra imagen, sino al Jesús del Evangelio.
Debemos conocer, escuchar, permanecer en el Evangelio y ponerlo en práctica, en
lo que sentimos, decimos o hacemos, para no caer en el engaño de decir que estamos
muy unidos a Cristo y a la Iglesia, pero a lo que estamos unidos es al follaje
de una comunidad que solamente sirve para dar sombra, que necesita poda, para
no vivir en lo que el Papa llama “La mundanidad espiritual”.
Se nos dice en “Evangelli Gaudium”: “La mundanidad
espiritual que se esconde detrás de apariencias de religiosidad e incluso de
amor a la Iglesia, es buscar, en lugar de la gloria del Señor, la gloria humana
y bienestar personal. Toma muchas formas, de acuerdo con el tipo de personas y
con los estamentos en los que se enquista, por estar relacionada con el cuidado
de la apariencia, no siempre conecta con pecados públicos, y por fuera todo
parece correcto” (se pueden leer los números 93-101; 264-267; 281-283).
Si somos sinceros con nosotros, comprenderemos como nos dice
la segunda lectura, que Dios es mayor que nuestra conciencia y ésta en
ocasiones nos acusa: “no amemos de
palabra y de boca, sino con obras y según la verdad”. “No nos entretengamos
vanidosos hablando sobre lo que habría que hacer (el pecado del habriaqueísmo)
como maestros espirituales y sabios pastorales que señalan desde fuera” (EG
96).El vino que en esta eucaristía se hace sangre, hace patente lo que se nos
dice hoy, se nos exigen frutos. Mira a tu lado y encontraras hermanos unidos
por la misma savia, la misma mística, el mismo Evangelio.
PD: Hoy se podría leer o poner el siempre viejo y nuevo: “El
país de los pozos”. Por si interesa el pasado viernes celebramos el 1º de Mayo,
fiesta del Trabajo.
(Autor: Julio César
Rioja, cmf)
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