«Era el 21 de septiembre de 1953. Tenía casi 17 años. Era el
Día del Estudiante, que para nosotros es el comienzo de la primavera. Antes de
ir a la fiesta, pasé por la parroquia. Me encontré con un sacerdote que no
conocía y sentí la necesidad de confesarme».
«No sé lo que sucedió. No sé por qué aquel sacerdote estaba
allí. No sé por qué sentí ese deseo de confesarme. Pero la verdad
es que alguien me esperaba. Me estaba esperando desde hacía tiempo».
«Después de la confesión sentí que algo había
cambiado. Yo no era el mismo. Había sentido una voz, una llamada. Estaba
convencido de que tenía que ser sacerdote. El Señor nos espera primero. Él nos
«primerea» siempre».
«Soy un pecador en quien el Señor ha puesto los
ojos. Soy alguien que ha sido mirado por el Señor».
Muchas veces ha ido a la iglesia romana de San Luis de los
Franceses, «a contemplar el cuadro de la vocación de san Mateo, de Caravaggio.
Ese dedo de Jesús apuntando así… a Mateo. Así estoy yo.
Eso es lo que yo soy: un pecador al que el Señor ha dirigido su mirada… Y esto es lo que dije cuando me preguntaron si aceptaba la elección a Pontífice». (Papa Francisco)
Eso es lo que yo soy: un pecador al que el Señor ha dirigido su mirada… Y esto es lo que dije cuando me preguntaron si aceptaba la elección a Pontífice». (Papa Francisco)
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