Con la fiesta de la “Inmaculada Concepción de María” el
Santo Padre da hoy inicio al Año de la Misericordia, un año jubilar de gracia y
bendición para toda la Iglesia.
La Madre del Señor, elegida por Dios para ser Madre de su
Hijo Jesús, fue preservada del pecado original por pura Voluntad divina en
méritos de su Hijo Amado. María Ssma no fue merecedora de tal gracia sino que
Dios quiso hacerle y hacernos, a nosotros sus hijos, este hermoso regalo,
apartarla de nuestra naturaleza de pecado para depositar en su seno purísimo la
humanidad de Dios y allí hacerla florecer.
Damos gracias al Señor por tan inmerecido gesto con
nosotros, pero que tuvo como fin otro detalle de amor con la humanidad,
engendrar un Salvador y Redentor.
¡Ave María Purísima, fuiste concebida sin pecado por amor de
Dios a todos nosotros!
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