Hablar de vida consagrada es hablar de amor. El amor de
Dios que elije y el amor de la persona que abraza esa llamada.
• La vida consagrada es una comunión de corazones, un
encuentro y dialogo de amor permanente, entre el Corazón de Dios y el corazón
humano.
• Un amor que no se compara a otros amores, que es
eminentemente pleno y trae inmenso gozo al corazón. Una forma inmensamente
nueva de amar a Dios y a los hombres. Tan fuera de nuestra imaginación que
cumple la palabra de Isaías 55, 9: “porque cuanto aventajan los cielos a la
tierra, así aventajan mis caminos a los vuestros y mis pensamientos a los
vuestros”.
• “Venid a la fuente los que están sedientos y tomad
agua” (Is 55,1) Todos tenemos una sed de Dios, del amor y de amar que es
insaciable. Solo puede ser saciada en Dios mismo: “solo en Dios descansa
mi
alma (Sal 61:1) “fuimos creados para ti y solo en ti descansará mi alma”. (S.
Agustín)
• Todas las vocaciones responden a esa necesidad
existencial de nuestras almas para ser saciados. La diferencia en las
vocaciones es el como y cuan rápido podemos llegar a experimentar esa comunión
que sacia lo mas profundo del ser. La vida consagrada a Dios está plenamente
ligada con tomar de la fuente divina, que es el Corazón de Jesús. Es la
vocación que nos llama a esa plena comunión de reciprocidad en el amor, que nos
permite experimentar la promesa del evangelio: “yo les aseguro que nadie que
haya dejado casa, mujer, hermanos, padres o hijos por el Reino de Dios, quedará
sin recibir mucho más al presente y, en el mundo venidero, vida eterna.” (Lc
18, 29)
• Las necesarias renuncias abren paso a Dios en nuestros
corazones. Si la casa está muy habitada no damos espacio a Jesús que quiere
nacer y morar en ella. Las renuncias son la apertura total al amor de Dios, es
ese vacío de cosas terrenas, aunque buenas, que El quiere llenar con su
presencia y amor. Es un amor que llena a la plenitud. La vida consagrada es una
vocación a la plenitud, no al vacío. “Los barrancos serán rellenados” y “las
colinas serán rebajadas”. Las necesarias renuncias preparan el camino del
Señor. (Lc 3)
• La vida consagrada es una vocación no una carrera:
significa una llamada Divina, iniciativa de Dios, a una forma de vida. Una
invitación de Dios a que la persona se entregue totalmente según el plan de Su
Corazón. No es una profesión o carrera, en donde nos entregamos a un trabajo.
Nos entregamos por completo a una Persona que es el Amor.
• Fuimos creados para estar en comunión con la Trinidad.
Desde el seno materno tenemos todos la vocación fundamental al amor de Dios y
con Dios: (Jer 31,3) “desde el seno materno te he amado”. Amarle con todo el
corazón, mente, y fuerza (Det 6,4). Ahora bien, esta llamada universal al amor
se hace concreta en un momento de la vida como una invitación directa a
ofrecerse en amor a otro: vida consagrada, sacerdocio, matrimonio.
• En la vida consagrada, nuestras potencias humanas,
afectivas, etc.. No son extinguidas, sino que canalizadas a un mas alto y
sublime propósito.
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