Señor de la Pascua, de la
alegría infinita,
de la risa eterna y de la tierra
nueva.
Queremos seguirte, escuchar tu
voz
y hacer caso omiso de los ruidos
del mundo,
poner nuestra atención en ti y
dejarnos transformar por tu amor.
Danos un corazón capaz de
humillarse
y saberse necesitado de tu amor,
un corazón tan sencillo como el
de la ovejita asustada
que sólo se siente segura en los
brazos de su Pastor.
Danos un corazón tierno que
busque tu amparo
y te devuelva el cariño con miradas
de abandono y gratitud.
Buen Pastor, amigo de los que te
buscan
y te desean ardientemente, hoy y siempre
queremos seguir tu voz.
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