domingo, 5 de junio de 2016

La vocación religiosa sólo se entiende en Jesús


¿Cómo surge la VR? Como deseo de entregar la vida imitando a Cristo casto, pobre y obediente.(Fil 2, 1-16) Muchas de nosotras empezamos este camino a tientas, poniendo la confianza sólo en Jesús.

La “fuerza arrolladora”, que nos empujaba a entrar en esta locura del seguimiento de Cristo, venía empujando nuestra vida con un profundo deseo de “transformar el mundo”… sí , este desafío tiene mucho de abandono en el Señor que es a fin de cuentas quien puso el deseo de ir tras Él, la valentía de enfrentarlo todo por su amor, y la osadía de entrar en su proyecto creyendo que nada viene de nosotras, sino que todo lo esperamos de Dios (Fil 4, 13)

Cuando descubrimos los gritos de la humanidad que espera anhelante una respuesta a sus
necesidades, sentimos la urgencia de correr a su encuentro para socorrerla, pero Dios, que es paciente y sabio fue enseñándonos que sólo Jesús era el Mesías, y que nuestra misión se reducía a anunciarlo a Él, para que siguiera obrando a través nuestro.

Oremos
Señor Jesús, hemos llegado a este momento de nuestra vida porque nos ha impactado tu mirada, esa que penetra corazones y es capaz de poner paz donde la guerra oprime sin piedad, mirada de comprensión y ternura que abraza al hermano hundido en la miseria del pecado, de la adicción, de las carencias afectivas… fue tu mirada la que atravesó nuestro corazón y no nos ha abandonado. Desde entonces todo parece diferente, la gente, el paisaje, el trabajo, los compromisos, todo tiene otro sabor.
Vos hiciste algo que no podemos explicar con palabras, ese algo está en la atmósfera, en el aire que respiramos, es algo que atrae, empuja, penetra, abraza y sostiene… tu Espíritu que todo lo sondea ha tomado la delantera y es quien lleva adelante nuestras vidas, sin Él nos sentimos perdidas, hemos aprendido que sólo un corazón dócil es capaz de comprender los quereres de Dios.

Concédenos, Señor, tener la capacidad de descubrirte cerca, siempre cerca, en los más próximos del camino, de la vida, de la propia historia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén

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