SER SACERDOTE:
-
Vivir
en medio del mundo sin ambicionar sus placeres,
-
ser
miembro de cada familia, sin pertenecer a ninguna;
-
compartir
todos los sufrimientos, penetrar todos los secretos, perdonar todas las
ofensas, ir del hombre a Dios y ofrecer a El sus oraciones, regresar de Dios al
hombre para traer perdón y esperanza,
-
tener
un corazón de fuego para la caridad, y un corazón de bronce para la castidad;
-
enseñar
y perdonar, consolar y bendecir siempre, Dios mío, qué vida!
-
Y
esa es la tuya, oh sacerdote de Jesucristo!
In
Persona Christi…
Con
toda tu alma reverencia al Señor, y venera a sus sacerdotes.
Con
todas tus fuerzas ama al que te hizo, y a sus ministros no abandones.
Son
mis elegidos y vuestros hermanos. Son un don que os hago.
Como
servicio gratuito os doy su sacerdocio.
Siervos
ya más no son llamados, Son mis amigos… mis elegidos y
los
secretos de mi Corazón les han sido dados.
Al
Divino Pelicano, al Sumo y Eterno Sacerdote
a
Jesucristo, el honor, la acción de gracias
la
gloria y la alabanza en sus santos ministros.
¿Qué
sería de nosotros sin tus sacerdotes?
¿A
dónde Señor iríamos y tu Alimento quién nos lo daría?
En
tu Palabra eterna creemos…
En
el Dios Uno y Trino, junto a ellos, celebramos
y
en tu Amor vivimos, nos movemos y existimos…
(Cfr.
Sal 27:8; Eclo 7:29-31; Num 18:6-7, Jn
15:15; Hb 3:1; Jn 6:68-69; Hch 17:28)
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