sábado, 17 de septiembre de 2016

17 se Septiembre: San Alberto de Jerusalén, legislador de la Orden


No es carmelita en sentido estricto, pero la Orden del Carmen lo celebra con toda propiedad como a hijo querido por haber sido su Legislador.

Nació en Castel Gualtien, diócesis de Reggio Emilia (Italia), a mediados del siglo XII de la familia Avogadro o de los condes Sabbioneta. En 1180 fue elegido Prior de los Canónigos Regulares de Santa Cruz de Mortara (Pavía). En 1184 es elegido obispo de Bobbio y al año siguiente de Vercelli, diócesis que gobernó por espacio de veinte años. Durante este tiempo desempeñó, con gran acierto, delicadas misiones nacionales e internacionales, encargado por papas y emperadores. Todos acudían a él, sabedores de su prudencia, firmeza e independencia.

Fue lo que suele llamarse "experto árbitro" de los más intrincados litigios que tenían relación con la Iglesia. Dadas sus cualidades y mirando el bien de la Iglesia universal, el papa Inocencio III lo
nombró Patriarca de Jerusalén , aunque le dolió perder este sujeto, del que dijo en 17.2.1205:"... aunque nos eres muy necesario en la región de Lombardía, pues confiamos plenamente en ti para que nos representes incluso en los más difíciles asuntos"...

El 16/06/1205 anunciaba este mismo papa a los prelados de Tierra Santa que les enviaba a Alberto, "varón probado, discreto y prudente como legado suyo para la provincia eclesiástica de Jerusalén".
Llegó a Palestina a principios de 1206 y fijó su residencia en Accón (San Juan de Acre) porque Jerusalén estaba ocupada por los sarracenos. Sus extraordinarias cualidades de experto mediador también las ejercitó con fruto durante los nueve años que duró su patriarcado.

Para nosotros - los carmelitas - su obra más benemérita fue la entrega de la Regla o Norma de vida que lleva su nombre y que aún hoy observa el Carmelo en todas sus múltiples Ramas.
El 14/09/1214, en Accón, mientras participaba San Alberto en una procesión, fue asesinado a puñaladas por el Maestro del Hospital del Espíritu Santo, al cual había reprendido y depuesto de su cargo a causa de su mala vida.

Su recuerdo, que comenzó a celebrarse en la Orden en 1504, celebramos ahora el 17 de septiembre con la categoría de fiesta.


Su espiritualidad
 Por los años 1206-1209, a petición de los eremitas que moraban en el Monte Carmelo, entregó al "hermano e (rocardo) y compañeros" una Norma de vida o Regla, que llamamos "Regla de San Alberto".

Alberto codificó en breves trazos, ricos en citas bíblicas, la tradición monástica del Carmelo. Son normas concretas y prescripciones disciplinares. insiste, sobre todo, en la meditación de la Palabra de Dios para mejor servir a Jesucristo, en la oración, silencio,´ mortificación y trabajo. La entregó en un solo cuerpo, pero hoy la tenemos dividida en un prólogo, dieciocho capitulillos y un epílogo.

Cantidad enorme de autores de dentro y fuera de la Orden han comentado durante estos más de siete siglos que cuenta de vida, este maravilloso documento legistavio-espiritual.

Muchos hombres y mujeres se santificaron observando esta Regla, que fue aprobada y transformada por varios Pontífices.

La Regla de San Alberto
La norma de vida de San Alberto, dada a los Carmelitas entre los años de 1206 y 1214, y aprobada definitivamente como verdadera y propia Regla del Carmen por Inocencio IV en el año 1247, ha tenido algunas mitigaciones no incluídas en el texto. Santa Teresa en el siglo XVI, intenta volver a la pureza original de la Regla, suprimiendo las mitigaciones, pero acepta plenamente la vida comunitaria y fraterna, aun conservando el espíritu eremítico.

La Regla Carmelita afirma que es fundamental: "vivir en obsequio de Jesucristo y servirle fielmente con corazón puro y buena conciencia" (n.2). Para vivir siguiendo las huellas de Jesucristo los Carmelitas se dedican más especialmente a:
     • desarrollar la dimensión contemplativa del ser humano abriéndose al diálogo con Dios
     • tratarse como hermanos con caridad plena
     • meditar día y noche la Palabra del Señor
     • orar juntos o solos muchas veces al día
     • celebrar cada día la eucaristía, no como rito, sino con lo que está significa: actualizar la entrega de Cristo, en una comunidad de hermanos sentados a una misma mesa.
     • trabajar con las propias manos, como el apóstol Pablo para ganarse el sustento y ayudar a los necesitados.
     • purificarse de toda mancha de pecado
     • vivir pobremente, poniendo en común los pocos bienes
     • amar la Iglesia y a todas las gentes
     • conformar la propia voluntad con la de Dios buscada en la fe con diálogo y discernimiento

La Regla Carmelita es la más breve entre las Reglas conocidas, y compuesta casi exclusivamente de preceptos bíblicos. Aun hoy es rica de inspiración para la vida.

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