sábado, 18 de enero de 2020

El testimonio de una familia misionera...

Luigi y María 

¡Hola! Somos Luigi y María, de Venezuela.
Cada misión deja una experiencia y un aprendizaje único, la que acabamos de realizar en Calingasta 2020 fue la primera misión evangelizadora que nosotros (Maria y Luigi) realizamos como familia. Desde que nos unimos en matrimonio hace un año y medio, no habíamos tenido la oportunidad de salir de nuestra zona de confort, dormir fuera de nuestro hogar, comer cosas que no acostumbramos, en fin, un montón de cosas que involucran ser un misionero, pero que valen la pena.

Llevar a Dios en nuestro corazón y en nuestra familia es una gracia muy grande, esta nos permitió darle nuestro testimonio de fe cristiana y de matrimonio a muchos niños, jóvenes y adultos. Sobre todo queríamos hacérselo llegar a los jóvenes, que son los futuros novios y futuros esposos. Logramos enseñarles que el matrimonio es una vocación de vida, que así como los sacerdotes, religiosos y religiosas, consagran su vida a Dios, dentro de un ministerio y un estilo de vida, así también nosotros como pareja nos unimos ante Él y consagramos nuestra unión para que, en medio de nuestra humanidad, seamos una familia santa. Invitamos a las familias que visitamos a que vean en la Sagrada Familia, un ejemplo a seguir, para que el amor entre padre, madre e hijos, sea como el amor que se tenía la familia de Nazareth.

Izq. a der.: Anahí (Santa Fe), Hna Silvia, Tomás (CABA), Hna. Lourdes,
Lorena (Lanús), Luigi y María (Venezuela).
El día en que hablamos de la vida fraterna nos nutrió, nos hizo más conscientes de la hermosa relación que tenemos, aprendimos a valorarla y darle gracias a Dios, porque, aunque no somos perfectos, tenemos una buena vida fraterna. Además de que nos permitió conocer y aprender de la vida fraterna que llevan los más jóvenes.


En la misión de Calingasta 2020 vino incluida una travesía a lo largo de la región donde pudimos contemplar la hermosa creación del Padre, bellos paisajes nos rodeaban en cada localidad que visitamos. Otro
patrimonio que nos gustó fue el monumento del “Cristo de la Misericordia” en la cima de una montaña de la Villa de Calingasta, es un Cristo de acero, de color blanco, es muy alto y lo rodean unos pilares con las “Siete Palabras”, definitivamente es una región imponente.

Los jóvenes locales que conocimos son excepcionales, cada uno con habilidades y personalidades asombrosas, con una calidez humana que te acoge como si te conocieran de toda la vida y ya fueras parte de su familia. Dios refleja su luz a través de estos jóvenes en Calingasta, nosotros sólo fuimos pequeños instrumentos para recordarles que Cristo vive y los quiere vivos, fuimos a sembrar semillas confiados en que Dios obrará en esa comunidad. Estamos convencidos de que Él es la Vid y ellos son sus Sarmientos.

Luigi y María en la "Pampa del Leoncito"
Gracias a la comunidad de Calingasta por recibirnos con tanto amor, gracias por las risas, los mates, los tererés y los frescos panes. Para nosotros fue un honor haber pasado estos días con ustedes. Solo Dios sabe porque nos llevó de Venezuela a Buenos Aires, pero creemos que parte de su designio fue conocer a las Hermanas Carmelitas Misioneras y que ellas hayan tenido el gesto de invitarnos a realizar esta hermosa Misión. Resultaba un poco irónico estar en la pre-cordillera andina, cordillera que si la recorriéramos toda, nos llevaría de vuelta a casa en Venezuela; así que para nosotros también fue eso, el inicio de un camino hermoso que nos permitirá volver a casa. Mientras tanto, seguimos agradecidos con Argentina y todo su pueblo, por recibirnos y prestarnos un pedacito de lo suyo, nos hace felices poder recompensar un poco, tantas cosas que nos ha dado esta Nación, rezamos por ella con el mismo amor que rezamos por la nuestra.
Gracias Dios.
María y Luigi (Venezuela)

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