Desde la ciudad de Buenos Aires llegan dos testimonios porteños. ¡Gracias Vale y Navi!
"Fue una misión llena de sorpresas"
"Fue una misión llena de sorpresas"
Ale (joven calingatsino), Vale y More (Calingasta) |
Soy Valentina, tengo 20 años, soy de Buenos Aires. Este verano
tuve la oportunidad de vivir esta experiencia de misionar en San Juan con las
Hermanas Carmelitas y todo un grupo de jóvenes de distintas provincias y
lugares del país. La verdad es que no conocía mucho sobre el carisma de los
carmelitas, no sabía con qué me iba a encontrar. Si bien conocía a algunas
hermanas y también iban amigos míos de mi misma parroquia fue una misión llena
de sorpresas y cosas nuevas.
Algo que me gustó mucho fue la convivencia, el vivir en
fraternidad con personas que conocí en este mismo viaje, vivir como si fuésemos
una familia y querernos y cuidarnos como tal; que cada
uno supo brindar su don
y su carisma al servicio de la misión, en cada casa que visitamos, y también al
momento de elegir en qué grupo participar, sea niños, jóvenes o adultos.
Izq. a der.: Vale, Belu, Hna. Patri, Agus, Valen y Vane. |
Al comenzar la misión cuando estábamos en el micro viajando una
chica de mi grupo me dijo: "la misión ya empezó, uno va a misionar pero es
el otro el que termina misionándote a vos" y sin dudas así fue.
Me encontré con una realidad distinta, con una yo distinta, me
sentí muy cómoda.
Tuvimos momentos de formación en donde hablamos sobre la libertad
y el proyecto de vida.
Me llevo muchas cosas para seguir trabajando en mi discernimiento
y súper agradecida de todas las personas que Dios puso en mi camino.
Vale (CABA)
"Volví con el corazón contento e inquieto"
Soy Navila, de Buenos Aires y tengo 21 años.
Soy Navila, de Buenos Aires y tengo 21 años.
A la misión llegué en otra sintonía. Atormentada por el fin de
año: fechas de examen, verme con amigos que hace tiempo que no lo hacía, a las
corridas con actividades de la parroquia y otras cosas más. Sentía que el
tiempo no me alcanzaba para todo y eso me terminó agotando.
Ni bien llegamos, nos dividieron en dos comunidades: Alto y Bajo
Calingasta, a mí me tocó en el “Alto”. Esto me entristeció un poco
porque la
mayoría de mis amigos se quedaban en el “Bajo” y yo tenía que irme.
Pero Dios no tardó en darme a entender el por qué era necesario
que esto ocurriera. Desde el primer día ya se generó un lindo clima, con muchos
de los que hablaba lo hacía como si los conociera desde siempre. Y a medida que
pasaba el tiempo era mejor aún, a tal punto de decir: Maestro, ¡qué bien estamos acá!
Actividad con niños |
El grupo fue para mí un apoyo, un reposo donde todo lo que nombré
al principio, todo ese cansancio, se fue en cuestión de horas. También me
impactó la cantidad de personas que eramos, todos unidos con el fin de anunciar
a un Cristo vivo, que nos quiere vivos.
Cada vez que estábamos las dos comunidades juntas, podía notar muy
clara la providencia de Dios, que realmente no importa de que tan lejos
vengamos. No hay límites para hacer de la promesa de Dios nuestra misión.
Vuelvo con el corazón contento e inquieto y con la certeza de que Jesús en
estos días obró maravillas en nosotros y en la comunidad de Calingasta.
Navi.
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