Izq. a der.: Navi, Agus (CABA) y Nico (Córdoba) |
"Vale la pena entregar la vida"
Mi nombre es Agustín, tengo 18 años, yo nací y creci en la ciudad de Buenos Aires, y formé mi fe en la parroquia en la que estuve toda mi vida, en la cual también, apoyado por la comunidad, tomé la decisión de entrar al seminario.
Mi nombre es Agustín, tengo 18 años, yo nací y creci en la ciudad de Buenos Aires, y formé mi fe en la parroquia en la que estuve toda mi vida, en la cual también, apoyado por la comunidad, tomé la decisión de entrar al seminario.
En los primeros meses de mi discernimiento una vez estaba hablando
con un sacerdote, él me contaba que el primer año de seminario era necesario un
corte, una aislación; y es que en el primer año del seminario uno está un poco
más aislado, no se puede comunicar, sale tan solo un día a la semana. Y es que
este primer año está dedicado a la oración, introspección, a descubrirse a uno
mismo. Esa idea de primer año me encantaba. Sin embargo, el sacerdote me dijo
que después de unos meses, el año se hacía pesado porque todos querían estar
entre los fieles y no encerrados.
Al principio me pareció raro el pensamiento porque pensaba que eso
era todo lo que quería un seminarista, estudiar, rezar, encontrarse con Dios y
con sus compañeros.
Agus en el trabajo con los niños |
Esta misión para mí fue muy intensa, finalmente entendí que quería
decir el sacerdote hace muchos años. En la misión con las Carmelitas Misioneras
me encontré con gente increíble, gente en donde podía ver a Dios, personas con muchas
realidades, con sus
luces y sus sombras; pero que sin embargo, en estos
compañeros de misión y en las personas del pueblo descubrí a Cristo vivo.
Después de unos días de misión recordé el lema, "Cristo vive
y nos quiere vivos" y me di cuenta que en toda la realidad dura que nos tocó
compartir, me di cuenta que yo también los quería con Cristo vivos, yo quería
estar entre ellos para que a través de lo que pudiese ofrecer, Cristo viviese.
En esto me reafirmé en mi decisión, por estas personas, me dije “vale la pena
entregar la vida”. En medio de sus realidades quería entregarme para ver a un
Cristo que nacía vivo en ellos. En esta misión entendí porque nació en ese
sacerdote querer estar entre ellos. Ahora con alegría reconozco que también
nació en mí ese sueño.
Agradezco a las hermanas por haberme invitado a participar de la
misión, si Dios quiere nos volveremos a ver.
Agustín (CABA)
"La misión... días de gracia"
"La misión... días de gracia"
Hola! Soy Lorena, de Lanús, Bs As. Si tengo que hablar de
la misión, diría que fueron unos días de Gracia. Desde el principio hasta el
final pude reconocer la voz de Dios en muchas de las personas que me rodearon.
Y también lo pude ver en distintas situaciones que sucedían a lo largo de los
días.
La experiencia de la misión siempre es enriquecedora y
novedosa. Por eso, quisiera que, si hay alguien que tiene alguna inquietud o
ganas de vivir una misión, simplemente se anime... Dios después se encarga de
todo.
Hoy tengo el corazón agradecido a Jesús que abrió los
caminos para que pueda ir, a las hermanas que fueron su instrumento, a los
misioneros que tienen mucha riqueza en el corazón y a las personas de
Calingasta que abrieron las puertas, no a nosotros, sino a Cristo.
Por último, no voy a dejar pasar la presencia de María
que me acompañó muy de cerca, demostró su amor maternal y me acercó a personas
muy valiosas! ...
Simplemente un gracias a Dios y espero de corazón que si
estás leyendo esto... te animes a vivirlo!
De izq. a der. Lorena, Ricardo, María y Luis |
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