Si te has preguntado en este tiempo ¿Dónde está Dios en medio de esta
pandemia mundial que estamos viviendo? ¿Cómo puede un Dios que es todo amor y
todopoderoso permitir el sufrimiento de esta manera en toda la tierra? ¿Acaso
no puede hacer desaparecer el virus en un instante?
"Dios participa en nuestro dolor para vencerlo", y en medio
de tanto sufrimiento causado por esta pandemia, "es aliado nuestro, no del
virus" "No hagamos que tanto dolor, tantos muertos, tanto compromiso
heroico por parte de los agentes sanitarios haya sido en vano. Construyamos una
vida más fraterna, más humana y más cristiana".
"La pandemia del Coronavirus nos ha despertado bruscamente del
peligro mayor que siempre han corrido los individuos y la humanidad: el del
delirio de omnipotencia".
"Ha bastado el más pequeño e informe elemento de la naturaleza, un
virus, para recordarnos que somos mortales, que la potencia militar y la
tecnología no bastan para salvarnos".
"El que lloró un día por la muerte de Lázaro llora hoy por el
flagelo que ha caído sobre la humanidad. Sí, Dios "sufre", como cada
padre y cada madre. Cuando nos enteremos un día, nos avergonzaremos de todas
las acusaciones que hicimos contra él en la vida.
Bueno te ofrecemos algunos extractos de esta hermosa homilía del padre
Rainiero Cantalamessa, predicador de la Casa Pontificia, algunas respuestas a
las grandes preguntas que se hace gran parte de la humanidad sobre esta
situación de epidemia que estamos viviendo: “La pandemia del Coronavirus no es
un castigo de Dios”
Dios participa en nuestro dolor para vencerlo. «Dios —escribe san
Agustín—, siendo supremamente bueno, no permitiría jamás que cualquier mal
existiera en sus obras, si no fuera lo suficientemente poderoso y bueno, para
sacar del mal mismo el bien".
Y para concluir nos invito a clamar a Dios con fuerza en nuestra
oración: "La Palabra de Dios nos dice qué es lo primero que debemos hacer
en momentos como estos: gritar a Dios. Es él mismo quien pone en labios de los
hombres las palabras que hay que gritarle, a veces incluso palabras duras, de
llanto y casi de acusación. «¡Levántate, Señor, ven en nuestra ayuda! ¡Sálvanos
por tu misericordia! […] ¡Despierta, no nos rechaces para siempre!» (Sal
44,24.27). «Señor, ¿no te importa que perezcamos?» (Mc 4,38).
¿Acaso a Dios le gusta que se le rece para conceder sus beneficios?
¿Acaso nuestra oración puede hacer cambiar sus planes a Dios? No, pero hay
cosas que Dios ha decidido concedernos como fruto conjunto de su gracia y de
nuestra oración, casi para compartir con sus criaturas el mérito del beneficio
recibido 6. Es él quien nos impulsa a hacerlo: «Pedid y recibiréis, ha dicho
Jesús, llamad y se os abrirá» (Mt 7,7).
Así es no es responsable Dios de las malas acciones del hombre nosotros nos condenamos por nuestros pecados convertirse y pedir perdón de corazón de nuestros pecados y recien pedid a Dios que pate esta pandemia
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