1. “Él es
un Dios cercano, compasivo y tierno, quiere aliviarte de las cargas que te
aplastan, quiere caldear el frío de tus inviernos, quiere iluminar tus días
oscuros, quiere sostener tus pasos inciertos. Y lo hace con su Palabra, con la
que te habla para volver a encender la esperanza en medio de las cenizas de tus
miedos, para hacer que vuelvas a encontrar la alegría en los laberintos de tus
tristezas, para llenar de esperanza la amargura de tus soledades. Él te hace
caminar, no dentro de un laberinto, más bien por el camino, para encontrarlo
cada día”.
2. Ella (la Palabra), contándonos la historia del amor que Dios tiene por nosotros, nos
libera de los miedos y de los conceptos erróneos sobre Él, que apagan la
alegría de la fe. La Palabra derriba los falsos ídolos, desenmascara nuestras
proyecciones, destruye las representaciones demasiado humanas de Dios y nos
muestra su rostro verdadero, su misericordia. La Palabra de Dios nutre y
renueva la fe, ¡volvamos a ponerla en el centro de la oración y de la vida
espiritual! Al centro la Palabra que nos revela como es Dios y nos hace
cercanos a Él.
3. La Palabra nos impulsa a salir fuera de nosotros mismos para ponernos en camino al
encuentro de los hermanos con la única fuerza humilde del amor liberador de
Dios. En la sinagoga de Nazaret Jesús nos revela precisamente esto: Él es
enviado para ir al encuentro de los pobres - que somos todos nosotros - y
liberarlos.
4. Porque
la Sagrada Escritura no nos ha sido dada para entretenernos, para mimarnos en
una espiritualidad angélica, sino para salir al encuentro de los demás y
acercarnos a sus heridas…nos introduce en la vida, en las situaciones de todos
los días, en la escucha de los sufrimientos de los hermanos, del grito de los
pobres, de la violencia y las injusticias que hieren la sociedad y el planeta,
para no ser cristianos indiferentes sino laboriosos, cristianos creativos,
cristianos proféticos.
5. La Palabra quiere encarnarse hoy, en el tiempo que vivimos, no en un futuro ideal.
Una mística francesa del siglo pasado, que eligió vivir el Evangelio en las
periferias, escribió que la Palabra del Señor no es «“letra muerta”, sino
espíritu y vida. […] Las condiciones de la escucha que reclama de nosotros la
Palabra del Señor son las de nuestro “hoy”: las circunstancias de nuestra vida
cotidiana y las necesidades de nuestro prójimo» (M. Delbrêl, La alegría de
creer, Sal Terrae, Santander 1997, 242-243).
(Tomadas desu homilía del 23 de enero de 2022)
OTROS ENLACES IMPORTANTES SOBRE BIBLIA:
1. Oración para hallar en la Biblia luz para nuestra vida.
2. Oración para leer la Biblia
3. Lectio Divina, un poco de historia
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