Salmo 23 “El Señor es mi Pastor, nada me falta. me hace descansar en verdes prados, me lleva a arroyos de aguas tranquilas, me da nuevas fuerzas y me lleva por caminos rectos, haciendo honor a su nombre. Aunque pase por el más oscuro de los valles, no temeré peligro alguno porque Tú, Señor, estás conmigo, tu vara y tu cayado me inspiran confianza. Me has preparado un banquete ante los ojos de mis enemigos, has puesto perfume sobre mi cabeza y has llenado mi copa a rebosar. Tu bondad y tu amor me acompañan a lo largo de mis días, y en tu casa, Señor, viviré para siempre”.
En la Biblia, derramar aceite (perfume) sobre la cabeza de alguien significa desearle alegría y felicidad y darle una prueba de amistad y de honor (salmo 23, 5; 92, 119). Eso ha querido decirte Jesús, ofreciendo su amistad y cercanía al mantener la iniciativa de preparar la mesa, ungir la cabeza, llenar la copa, rodear de su bondad y hacer sentir en casa. Es para pensar un poco e intentar responder de manera precisa, clara, sugerente y evidente.
¡Qué fragancia exquisita, Dios mío, qué buen olor tienes!... Es el tiempo de vencer el egoísmo de amar en serio y de verdad a los demás, es hora de dejar ya de estar buscando ser el centro de atención y atracción, para saber que la ex-centricidad que pide Jesús es la de que el centro es el otro y no el propio yo. No hemos sido invitados por el evangelio a salas VIP, sino a expresar cercanía a todos sin distinción alguna y a sentarnos en la mesa con los perdedores de la historia… ¿Será atrevido Jesús al invitar a mi mesa a mis enemigos? ante un buen banquete se dialoga-dialega fácil los problemas y se hacen más digeribles las dificultades. La fragancia de detalle que espero dar a todo aquel que me encuentre es fruto del egoísmo, desamor, o resultado de un proceso de conversión, amor y servicio? Habrá que hacerle varias pruebas de laboratorio a ver que resultados produce. ¿Qué disposición poseo para aceptar y amar al diferente, al pobre, el excluido, el que no es de status o ideas mías…? Esos que no amo están invitados al banquete y en el atardecer de la vida nos preguntaran si esparcimos la fragancia del amor empezando con ellos… un recuerdito al respecto en Mateo 25, 31-46.
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