viernes, 18 de junio de 2010

Cuento: "El rescatador de estrellas de mar" (Sobre el gran valor que tiene una simple acción)

En una puesta de sol, un hombre iba caminando por una desierta playa mexicana. Mientras andaba empezó a ver que, en la distancia, otro hombre se acercaba. A medida que avanzaba, advirtió que era un nativo y que iba inclinándose para recoger algo que luego arrojaba al agua. Una y otra vez arrojaba con fuerza esas cosas al océano. 
 Al aproximarse más, el hombre observó que el nativo estaba recogiendo estrellas de mar que la marea había dejado en la playa y que, una por una, volvía a arrojar al agua. Intrigado, el paseante se aproximó al hombre para saludarlo-. 
-Buenas tardes, amigo. Venía preguntándome qué es lo que hace. 
-Estoy devolviendo estrellas de mar al océano. Ahora la marea está baja y ha dejado sobre la playa todas estas estrellas de mar. Si yo no las devuelvo al mar, se morirán por falta de oxígeno. 
 -Ya entiendo -replicó mi amigo-, pero sobre esta playa debe haber miles de estrellas de mar. Son demasiadas, simplemente. Y lo más probable es que esto esté sucediendo en centenares de playas a lo largo de esta costa. ¿No se da cuenta de que es imposible que lo que usted puede hacer sea de verdad importante? 
 El nativo sonrió, se inclinó a recoger otra estrella de mar y, mientras volvía a arrojarla al mar, contestó: -¡Para ésta sí que es importante!


REFLEXIONEMOS
Esta historia nos recuerda el valor que tiene una simple acción,  no por tratarse de un hecho estrepitoso sino por su importancia.
Jesús vino al mundo a salvar a la humanidad con su amor, en su tiempo no hizo mucho ruido, no fue famoso a nivel mundial, sin embargo sus acciones tuvieron un efecto tal que cada discípulo suyo fue capaz de replicar con su vida su manera de amar.
Podríamos empezar desde ahora a dar valor a esas pequeñas cosas de cada día...






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