Suba ahora hasta el Padre, por intercesión tuya, Teresa de Jesús, la ardiente plegaria del Papa peregrino.
Te pido por la Iglesia nuestra Madre: “No ande siempre en tanta tempestad esta nave de la Iglesia ”.
Intercede por su extensión evangelizadora y por su Santidad, por sus pastores, teólogos y ministros, por los hombres y mujeres que se han consagrado a Cristo, por los fieles de la familia de Dios.
Te ruego por un mundo de paz, sin guerras fratricidas como las que herían tu corazón.
Descubre a todos los cristianos el mundo interior del alma, tesoro escondido dentro de nosotros, castillo luminoso de Dios.
Haz que el mundo exterior conserve la huella del Creador y sea libro abierto que nos habla de Dios.
Acoge mi súplica por las almas que alaban a Dios con sosiego, por los que han recibido la gran dignidad de ser amigos de Dios, por los que buscan a Dios en tinieblas, para que se les revela la Luz que es Cristo.
Bendice a los que buscan el entendimiento y la armonía, a los que promueven la hermandad y la solidaridad, porque “es menester hacerse espaldas unos con otros” y “crece la caridad con ser comunicada”.
Protege a los hombres del mar y del campo, a los que trabajan y dan trabajo, a los ancianos que en ti encuentran un modelo de sabiduría y de incansable creatividad.
Bendice las familias, a los jóvenes y a los niños.
Que encuentren un mundo de paz y libertad, digno de hombres llamados a la comunión con Dios, donde puedan cultivarse esas virtudes humanas que tú llevaste al esplendor de la santidad cristiana: la verdad y la justicia, la fortaleza y el respeto de las personas, la alegría y la afabilidad, la simpatía y el agradecimiento.
Pongo en tus manos la causa de los pobres, que tú tanto amaste.
Haz que se cumplan tus ideales de justicia en una fraterna comunión de bienes: porque todos los bienes son de Dios y Él los reparte a algunos como administradores suyos, para que los compartan con los pobres.
Intercede por los enfermos, objeto de tus cuidados hasta el fin de tus días.
Ayuda a los desvalidos, a los marginados, a los oprimidos para que en ellos se respete y honre la morada de Dios, su imagen y semejanza.
¡Teresa de Jesús, que sigues viviendo en España! Te pido por todos sus pueblos. Haz que vivan la riqueza de sus valores culturales en espíritu de fraterna y solidaria comunión.
A ti que eres amiga de Dios y de los hombres y con tus escrituras abres caminos de unidad, te encomiendo la unidad de la Iglesia y de la familia humana: entre los cristianos de diversas confesiones, entre miembros de diversas religiones, entre hombres de diferentes culturas.
Que todos se sientan como tú los sentías: “Hijos de Dios y hermanos”
(Juan Pablo II ante el sepulcro de Santa Teresa 1982)
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