¿CARMELITA O DEL SAGRADO CORAZÓN?
En esta ocasión te hacemos parte de una pedacito de la vida de Teresita de los Andes y sus búsquedas… sí, Teresa manifiesta sus dudas, elegir entre dos familias religiosas que son Don del Espíritu Santo para la Iglesia , pero en una de ellas es donde esta santa llevará a cumplimiento su misión.
Escuchemos lo que nos cuenta ella misma:
“Estoy en un período de dudas tan atroz, que no sé decidirme si ser carmelita o ser del Sagrado Corazón. Por eso vengo en busca de luz. Ud., Padre, que me conoce muy bien, pues le he dejado leer todo en mi alma, me podrá aconsejar. Solo deseo hacer la voluntad de Dios.
Por una parte me siento atraída al Carmen por vivir completamente una vida de oración y de unión con Dios, separada por completo del mundo. También me atrae por su austeridad y por su fin, que es rogar por los pecadores y sacerdotes. Y lo que me encanta es que la carmelita se sacrifica en silencio, sin que vea los frutos de su oración y sacrificio. Además, la vida de familia y de sencillez de sus costumbres y la alegría que debe reinar siempre en su corazón, me gustan mucho y se avienen a mi carácter.
Por otra parte, me gustaría ser del Sagrado Corazón, porque es una vida de perpetuo sacrificio. Es también vida de oración. Si tienen que tratar con personas del mundo, deben esforzarse para tener el verdadero espíritu religioso, y para esto se necesita de oración, de unión con Dios. Deben sacrificarse constantemente viviendo en la mayor pobreza. Sin tener ni aún una pobre celda, pues duermen cuatro en cada dormitorio. A cualquier parte del mundo las pueden enviar, encontrándose más solas que una carmelita, en un país extranjero, sin ver ni una cara conocida, y muchas veces sin saber la lengua que se habla.
Lo que yo deseo saber es dónde me santificaré más pronto; pues, como le he manifestado varias veces, Nuestro Señor me ha dado a entender que viviría muy poco” (Santiago XII- 1918)
Reflexionemos:
1- ¿A cuántas personas les sucede lo mismo que a Teresita? Buscan y buscan, luchando contra ellas mismas.
2- ¿Cuáles son tus disyuntivas? ¿entre qué opciones te encontrás?
3- ¿Estás dispuesto/a a esperar en Jesús para encontrar lo que buscás? No te olvides que no siempre responde Dios de acuerdo a nuestros deseos y urgencias, sino de acuerdo a nuestra conveniencia.
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