lunes, 12 de noviembre de 2012

Pronunciar el nombre de Jesús en cada hermano…



El nombre de Jesús es un medio concreto y eficaz para transformar a las personas en su realidad más íntima, última y oculta. Llevando el nombre de Jesús en el corazón y en los labios nos deberíamos acercar a todos los hombres –en la calle, en el negocio, en el despacho, en la fábrica, en el autobús, en las colas de espera-, pero especialmente a aquellos que nos son molestos y antipáticos. Sobre todos ellos deberíamos pronunciar el nombre de Jesús, porque éste es su verdadero nombre.


Llámalos con su nombre, llámalos en su nombre, con espíritu de adoración, de afecto y de servicio. Honra y sirve en ellos a Cristo. En muchos de estos hombres y mujeres –los malos y criminales- está Jesús, cómo si dijéramos, encarcelado. Libéralo en cuanto que tú, en silencio, lo reconoces y lo adoras en ellos. Si nosotros caminamos por el mundo con esta nueva disposición, pronunciamos el nombre de Jesús sobre toda persona y “vemos” en toda persona a Jesús, todos aparecerán ante nuestros ojos transformados y transfigurados.
(Fuente: “La oración de Jesús” E. Jungclausen)

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