sábado, 14 de diciembre de 2013

Icono de San Juan de la Cruz (OCD Tierra Santa


San Juan de la Cruz, nuestro santo padre en el Carmelo
El icono que contemplamos nos invita a encontrarnos con una persona, a leer a San Juan de la Cruz desde su existencia ya transfigurada, junto a Cristo Resucitado. Expresa la belleza del encuentro con el Hijo Eterno del Padre que sale en su búsqueda, reflejando así la convicción profunda de Juan, “si el alma busca a Dios, más le busca El a ella ”.
La luz, los colores, la diversidad de elementos en torno a un centro unificante se hacen lenguaje para expresar la profunda experiencia de un buscador de Dios. Camino para cristianos y no cristianos, puente y guía que conduce a la cima de la contemplación así como él lo vivió, como tensión amorosa, como llama de amor viva que tiernamente hiere en el más profundo centro…
Creemos que la riqueza de la iconografía oriental nos permite entrar en la experiencia orante, en
la tierra santa que es todo corazón humano abierto a la trascendencia, como camino de unidad y de comunión entre todos los que adoran al Dios Vivo, a lo largo de la historia, a lo largo de los siglos haciéndonos contemporáneos de todos los que han buscado y buscan el Rostro del Señor.
EN LAS HUELLAS DE LOS GRANDES ORANTES
El icono nos ofrece una maravillosa síntesis de los grandes orantes de la tradición bíblica. Juan aparece en línea de continuidad con esta tradición, especialmente con el profeta Elías, que hizo del Monte Carmelo el lugar de su encuentro con el Dios de Israel. La posición de Juan en la GRUTA es la misma que la iconografía asigna al profeta Elías, guía y padre de los carmelitas. En Oriente Elías es el viviente justamente por su contacto con el Dios Vivo, así lo hace presente también la tradición judía.
MARIA, ZARZA ARDIENTE
En lo alto, María resplandece en medio de la zarza ardiente, evocando a otro orante, Moisés, en el episodio de la zarza que arde sin consumirse. La teología de los padres de la Iglesia ha visto en María la zarza ardiente, que porta en su seno al fuego que no se consume; y al nuevo paraíso, representado aquí en el árbol de la vida. La posición de María en el conjunto, al final de la subida – escala escarpada – indica la existencia de quien ya ha llegado a la meta como primicia de la humanidad nueva.
JUAN DE LA CRUZ
A la oscuridad de la gruta en el centro, se opone la luz que envuelve la figura del ORANTE JUAN, con el rostro iluminado por una belleza deslumbrante. Toda su expresión es de armonía, de paz, indicando la posesión de la hésychia, el estado de tranquilidad y reposo en el Amado a la que aspira todo contemplativo. Sus vestiduras parecen hacerse eco de esta experiencia. El rostro ligeramente inclinado hacia Cristo, en total actitud de escucha receptiva a la Palabra, la sola Palabra que ha dicho el Padre es su Hijo…
Sentado, sobre la roca firme de la estabilidad definitiva en su Señor, como diciendo: Gocémonos, Amado, y vámonos a ver en tu hermosura al monte y al collado… entremos más adentro en la espesura.
CRISTO RESUCITADO
En el círculo de fuego frente a María está Cristo Resucitado. Hacia El se dirige toda la atención del orante. Cristo está en medio del jardín del paraíso con la cruz gloriosa junto al árbol de la vida, sintetizando así creación y redención. Toda la historia de salvación contenida en el gesto de Cristo como pura acogida al encuentro de Juan, y en él al encuentro de toda criatura. La iniciativa es siempre de Dios que sale al paso allí donde cada uno está…
El fuego representa la Llama de Amor Viva que en la literatura sanjuanista es el Espíritu Santo, Espíritu del Esposo, que transforma el alma en amor, fin de toda santidad.
SIMBOLOGIA POETICA
La expresión poética de Juan se entremezcla con el juego de colores como para indicar que la experiencia orante es siempre velada, no totalmente clara mientras vamos in via. La Noche Oscura, callada sin la cual no hay progreso en la vida espiritual, junto a la Subida del Monte Carmelo a través de la escala escarpada, indican el trabajo conjunto entre cooperación humana y acción de la gracia, en el seguimiento de Cristo. El ciervo , expresiónsalmica del alma que busca a Dios y también imagen del Dios que se esconde hacen exclamar el Cántico del alma enamorada ¿Adónde te escondiste Amado, y me dejaste con gemido? Como el ciervo huiste habiéndome herido; salí tras ti clamando y eras ido.
Las flores de diversas especies son la realidad creada que en la experiencia contemplativa son noticias del Amado, en el camino hasta la posesión. La cristalina fuente, virtud teologal de la fe en lenguaje sanjuanista, es el lazo de unión entre los distintos elementos que recorren al mismo tiempo el icono y la vida del orante. De ahí brota el canto ¡Oh, Cristalina fuente, si en esos tus semblantes plateados formases de repente los ojos deseados que tengo en mis entrañas dibujados!”
EL PERGAMINO
Contiene una frase sintética de todo su mensaje: A la tarde de la vida te examinarán en el amor, una invitación del santo a centrarnos en lo esencial, a entrar en el misterio del amor como realidad fundante y definitiva de toda existencia. Esa es la verdadera historia de Juan de la Cruz.
EL PADRE
En lo alto del icono vemos la mano del Padre, principio sin principio y fuente de todo don, en actitud de bendecir a Juan y a todos los que a través de Juan llegarán al Padre. El conjunto está bañado en color oro, expresión de la vida divinizada a la que estamos llamados.
Al terminar, contemplando la mano paternal queremos invitarte, a pasar más allá de las imágenes, y entrar en el movimiento circular que va del Padre al Hijo y al Espíritu Santo, que se refleja en María y en la vida de los santos.
Desde esta experiencia, tú también estás llamado a ser icono, que refleje la circularidad del amor trinitario, fuente y origen de todo lo creado.
Las Carmelitas Descalzas de Tierra Santa

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