"Pide, querida hermanita, para que seamos santas, para amarle con aquel amor con que los santos sabían amar. Permanezcamos siempre unidas al pie de la cruz. Permanezcamos silenciosas ante el divino Crucificado y escuchémosle. El nos comunicará todos sus secretos. Es Él quien nos conducirá al Padre, a Aquel que de tal manera amó al mundo, que entregó a su Hijo único.
Pido por tí y te guardo en mi alma junto al Señor, en ese pequeño e íntimo santuario donde le encuentro a cada hora del día y de la noche. Nunca estoy sola. Mi cristo está allí siempre orando por mí y yo orando con Él"
Carta de Sor Isabel de la Trinidad
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