lunes, 29 de septiembre de 2014

El ascensor III: Descender

«No sentí ningún viento impetuoso al descender el Espíritu Santo, sino más bien aquella brisa tenue cuyo susurro escuchó Elías en el monte Horeb».

Así explicaba Teresita lo que había sentido al recibir lo que ella llamaba el «sacramento de amor», la confirmación. Esa «brisa tenue» le llevará a descubrir, poco a poco, qué es el amor y a unirse al Espíritu que desciende.

Años después de esa experiencia, diría a sus hermanas, Inés y María, dos cosas: que solo «la confianza puede conducirnos al amor» y que es «propio del amor abajarse». Si fiarse es ascender, confiar también va a ser descender, dejándose llevar por el Espíritu.

Teresita ha entendido muy bien la doctrina de su querido Juan de la Cruz, que decía: «En este camino el bajar es subir, y el subir, bajar» y añadía que, para enseñar al alma, «suele Dios hacerla subir por esta escala para que baje, y hacerla bajar para que suba». Así se avanza por el camino del amor.

Juan de la Cruz no estaba haciendo un juego de palabras, sino poniendo de manifiesto algo que Teresita ha captado, y que pertenece al alma del evangelio: Jesús revela al Dios que invierte los términos, que busca a los últimos y para quien los pobres son bienaventurados.

CONTINUARÁ...


(Fuente: Gema Juan, ocd para periodistadigital.com)


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