jueves, 16 de enero de 2020

Ecos misioneros desde la tierra colorada (Parte I)


Desde la hermosa Tierra colorada de Misiones, llegan dos nuevos testimonios, el de Mara y Belén...

Mara en la actividad del senderismo

¡Hola! Me llamo Mara 
Zurakoski, soy de la provincia de Misiones y participé por segunda vez a la misión que se realiza en Calingasta.


La verdad es que fue una nueva experiencia, muy bonita. Me quedé con las ganas de seguir trabajando con los niños, de hacer algo más, pero eso es lo que me impulsa volver el año que viene. 


También aprendí lo que es vivir en fraternidad, hacer hermanos míos personas que eran desconocidos el primer día. Estoy muy agradecida con las hermanas, con la comunidad de Calingasta y especialmente con Dios.
Mara (Misiones)



Hola, soy Belén de Oberá, Misiones. Si tengo que poner en palabras la locura y la inmensidad de todo esto, me quedo corta. Podría resumir todo con dos palabras: ¡AMOR y GRACIAS! Pero vuelvo a reiterar, no tengo palabras para expresar la inmensidad de Dios, su grandeza, y a la vez la sencillez con la que Él obra en nuestra vida.
Belén en el Cerro "El Calvario"
Conocí el Carmelo Misionero en el 2017, al subirme a un auto "equivocado". ¡Obviamente, de "equivocado" no tenía nada! Dios siempre busca la manera de encontrarnos para que podamos conocer su voluntad y así libremente seguirla.
Cuando tuve mi primer contacto con las Hermanas Carmelitas Misioneras y su carisma, sentí que estaba en el lugar correcto, que ese era mi lugar. Una de las hermanas me invitó a la misión del 2018, eso fue un plus de felicidad, a todo lo hermoso que estaba viviendo en ese momento. Fue una de las experiencias más plenas, hermosas, y hasta me animaría a decir, perfectas de mi vida. El contacto de corazón a corazón con ese Cristo que vive en la humildad de las personas, el deseo de dar a conocer su amor a los demás me impulso a dar mi SI y continuar con todo esto. Desde ese momento mi ser anhelaba volver a vivir algo así nuevamente. Pasaron muchas cosas hasta este año; entre ellas, la misión de la vida cotidiana, ¡un gran desafío!. Pero nuevamente, por su gracia, el trabajo, y la ayuda
de mis hermanos de comunidad pude participar de mi segunda misión con este carisma. ¡Estoy muy muy feliz! ¡Fue una experiencia inolvidable!
Ese Cristo que vive y nos quiere vivos me sacó de mis mayores oscuridades, sanó mis heridas y las sigue sanando, me acompaña en el proceso de duelo que estoy viviendo actualmente por la partida de mi mamita y mi papito. Viví muertes muy cercanas, pero confío en la resurrección. Todo esto no impide que el Señor siga obrando en mí, que me llene de vida, Y VIDA EN ABUNDANCIA. Por eso quiero vivir con mucha más intensidad la vida, aprovechar todo lo que PAPÁ DIOS me regala a diario familia, amigos, trabajo, naturaleza, viajes, comida, casa, amor, abrazos, hermanos en Cristo, etc.
Aún en las dificultades, en las tinieblas, en el dolor... Mi dulce Jesús y su Sma. Madre siempre están, me llenan de vida, no se cansan de perdonarme y sobretodo de amarme en todo momento, por eso quiero darlos a conocer.
De izq. a der: Belén y Verónica, de Misiones,
en actividad con niños.
Durante esta misión me asombraba mucho la sencillez con la que Dios se manifestaba en las personas que conocí, el hecho de hacernos sentir familia a pesar de las diferencias. También aprendí a valorar más la sencillez con la que Dios se manifiesta a diario, ya que durante la misión lo viví así; por medio de las personas que conocí, las charlas, el compartir, el intercambio de culturas, la aceptación y el respeto. Sobretodo aprendí a deleitarme y reconocer su hermosa, su valiosa y perfecta presencia en la naturaleza.
¡IMPOSIBLE DEJARLA DE LADO A ELLA! La dulce presencia maternal de mamá María, me acompañó, me sigue acompañando y nos acompaña a todas/os, en la buenas y las malas. Redescubrirla a ELLA siempre presente, recibir su escapulario, sentirla tan cercana y llevarla a los demás por medio de la oración me llena mucho.
Me despido con mucho amor y con un corazón totalmente agradecido a Dios y a cada uno de ustedes, los que formaron parte de esta maravillosa Misión Juvenil CM. Todo lo vivido guardo en mi corazón ¡GRACIAS, GRACIAS! Abrazos fuertes en Jesús y María.

Con mucho amor, María Belén Vega Viera (23 años) - Oberá Misiones.



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