Entrevista con el
director del movimiento Josefino, en la fiesta de san José obrero
Mañana 1 de mayo se celebra en casi todos los
países del mundo el Día del Trabajo, recordando reinvindicaciones laborales de
especial relevancia. Hace más de 50 años que la Iglesia intuyó la importancia
de esta fiesta para reflexionar sobre la figura de san José, el padre de Jesús,
quien fue un modelo de trabajador como sostén de su familia. Pero ante todo fue
aquel que acompañó a su hijo adoptivo en su formación humana, abriendo así las
puertas a la redención del trabajo mismo.
Con tal motivo, ZENIT
entrevistó al presbítero Tarcisio Giuseppe Stramare OSJ, director del
Movimiento Josefino con sede en Roma, que realiza un amplio trabajo de
investigación y valorización de la figura de san José en el mundo entero.
¿Cómo se pasó del 1
de mayo, fiesta de los trabajadores, a la fiesta de san José Obrero?
P. Stramare: La fiesta
de san José obrero, establecida el 1 de mayo de 1955, es reciente. Fue el papa
Pío XII quien quería reinvindicar del trabajo y de su "fiesta", el
verdadero significado y el valor cristiano. El trabajo, de hecho, no pertenece
a una ideología o a un partido, sino al hombre: por eso fue especialmente
redimido por Jesús, tanto que Juan Pablo II, en la encíclica Laborem
exercens utilizó la expresión comprometida de “Evangelio del trabajo”.
¿Le importaría
profundizar en la expresión "Evangelio del trabajo"?
P. Stramare:
"Evangelio" es la buena noticia que se refiere a Jesús, el salvador
de la humanidad. Pues bien, a pesar de que por lo general vemos a Jesús como
alguien que enseña y hace milagros, con el trabajo se había identificado de tal
forma, que en su tiempo se le consideraba como "el hijo del
carpintero", es decir, artesano en sí mismo. Entre las múltiples
actividades posibles, la sabiduría de Dios escogió para Jesús aquella del
trabajo manual, confiando la educación de su propio hijo no a la escuela de los
sabios, sino a un artesano humilde, osea a san José.
¿Pero san José no
era descendiente del rey David?
P. Stramare: Por
cierto, y este origen conserva toda su importancia en el registro para
reinvindicar en Jesús el título de Mesías, que también es importante. Desde el
punto de vista social, sin embargo, Jesús quiso ser catalogado como
"obrero", nacido de María, la esposa de José, que era un "trabajador".
Además del título davídico, esencial para su reconocimiento como el Mesías,
Jesús recibió de José la dimensión humana del trabajador.
Con la fiesta de
san José obrero, Pío XII puso de relieve la importancia de la dimensión social
de Jesús, tal vez demasiado oculta de sus actividades como maestro y sanador,
¿verdad?
P. Stramare: El
trabajo, de hecho, que ha sido parte integrante de la "existencia" de
Jesús, también forma parte de la revelación cristiana. Los evangelios hacen
hincapié especialmente en "el hecho de que él, que siendo Dios se hizo
semejante a nosotros en todo, dedicó la mayor parte de su vida terrena al
trabajo manual, junto al banco del carpintero". Esta circunstancia es de
gran importancia para la teología de la encarnación, la cual enseña que Jesús
se ha unido a las realidades terrenas, no sólo con el fin de mostrar su
humanidad, sino para "santificarlas" a través de él.
¿Podemos decir que
el trabajo fue «redimido»?
P. Stramare: Sí, eso
es exactamente lo que dice la definición ya mencionada del "Evangelio del
trabajo". "El trabajo humano y, en particular, el trabajo manual
encuentran en el evangelio un acento especial. Junto con la humanidad del Hijo
de Dios, este fue incorporado en el misterio de la Encarnación, el cual también
ha estado redimido en modo particular". El creador del universo realmente
ha "trabajado con manos de hombre," santificando directamente el
trabajo humano.
San José, por lo
tanto, tuvo un papel importante en la vida de Jesús…
P. Stramare: San José
fue en el plan de la providencia divina, el instrumento necesario de la
redención del trabajo, que se produjo justamente en su humilde taller, a través
de la misión que ha realizado no solo junto a Jesús, sino aún por encima de
Jesús, que "vivía sujeto a ellos". "Esta ‘sumisión’, o la obediencia
de Jesús en Nazaret, también se entiende como la participación en el trabajo de
José. Aquel que era llamado "el hijo del carpintero", había aprendido
el trabajo de su ‘padre’ putativo. Si la Familia de Nazaret, en el orden de la
salvación y de la santidad, es el ejemplo y el modelo para las familias
humanas, por analogía lo es el trabajo de Jesús al lado de José el
carpintero".
Entonces es claro
que junto al Redentor del trabajo, que no puede ser otro que Jesús, la
presencia paterna de san José no podía ser ignorada…
P. Stramare:
Exactamente. Ninguno de los hombres, después de María, estuvo tan cerca de las
manos, la mente, la voluntad, y el corazón de Jesús, como san José. Lo
subrayaba Pío XII, proponiendo el ejemplo de san José a los trabajadores. Teniendo
en cuenta, de hecho, que el espíritu del evangelio brota del corazón del
Hombre-Dios en todos los hombres, "lo cierto es que ningún trabajador fue
tan perfecto y profundamente penetrado como el padre adoptivo de Jesús, que
vivió con él en la más estrecha intimidad y comunidad de vida y de
trabajo". De ahí la invitación que el mismo pontífice dirige a los
trabajadores: "Si quieren estar cerca de Cristo, Ite a Ioseph”,
¡vayan a san José! Como modelo de los trabajadores, por lo tanto, san José es
también su patrono especial.
Pero, ¿quién era
realmente Jesús? ¿Bajo cuál aspecto debemos tenerlo en cuenta?
P. Stramare: Jesús es,
ante todo, el Hijo de Dios y por lo tanto, es Dios. Lo profesamos abiertamente
en el Credo y lo expresamos con el título de "Señor", que siempre
anteponemos a los nombres de Jesús y Cristo. Durante su vida terrena, sin
embargo, Jesús quiso ser conocido como "el Nazareno", originario de
un país despreciado, y también como "Galileo", es decir, que
pertenece a una región periférica. Incluso durante su vida pública, cuando será
el Maestro, no se olvidará --para denigrarlo--, que él era sólo un trabajador,
"el hijo del carpintero". Humanamente hablando, Jesús era un
"trabajador" a título pleno. En la identidad de "hijo de
José" estaba incluido "el estado civil, la clase social, la posición
económica, la experiencia laboral, el entorno familiar, la educación",
como gustaba señalar el papa Pablo VI. Jesús, por el contrario, no se
avergonzaba de vestir su excelsa dignidad con la humilde condición de
trabajador, plenamente consciente de que sería para él motivo de descrédito. A
pesar de que podía presumir de los títulos más nobles, Jesús eligió
deliberadamente para sí mismo lo más común, lo más ampliamente compartido de la
condición humana, a saber, el de ser trabajador.
(Fuente: zenit.org)
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