Señor Jesús:
Lléname de tu
Espíritu y Vida.
Tómame por entero
para que mi vida no
sea sino un reflejo de la tuya.
Habítame e irradia tu
presencia al trasluz de la mía,
para que cuantos se
encuentren conmigo,
mirándome, no te vean
sino a ti.
Permanece en mi
interior
para que yo también
pueda, como tú,
irradiar tu presencia
hasta el punto de
llegar a ser luz para
los demás.
Una luz, eso sí, que
brotará únicamente de ti.
Insisto: que seas tú,
Señor, quién por mi medio,
ilumines la vida de
los otros.
De este modo mi vida
se convertirá
en una alabanza de tu
gloria.
Una alabanza para tus
elegidos,
reflejándote a ti en
cuantos me rodeen
mediante la plenitud
luminosa del amor
con que llenas mi
corazón.
Amén.
(Beato Cardenal Newman)
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