“¿Quién era el P. Palau?¿ cuál ha sido la santa misión que ha venido desempeñando tan heroicamente hasta los últimos instantes de su vida? Era un sabio y virtuoso sacerdote que consagró su preciosa existencia al bien de sus semejantes, “pasó haciendo el bien”. Creemos que esto es el mejor elogio, que sin exageración alguna podemos hacer de nuestro queridísimo Director…No hay ninguna duda que puede darse al P. Palau el nombre de Apóstol: la gloria de Dios, la salvación de las almas fue lo que lo guió constantemente en todos los actos de su vida; nada de lucro, nada de ambición, todo lo hacía para el bien de sus semejantes. De balde había recibido los dones que distribuía entre los desgraciados y los daba de balde., cumpliendo así fielmente le precepto de su Divino Maestro, “gratis lo habéis recibido, dadlo gratis”. ¿No podemos considerar también, amados lectores, al P. Palau como Profeta? Sin recordar el distinguido talento y fina táctica con que había desempeñado varios cargos y de grande interés y muy delicados, y la suma amabilidad y sencillez con que trataba a todos. Estaba dotado de una gran firmeza y constancia en todos los dogmas y verdades de nuestra religión católica…como un verdadero Apóstol de Jesucristo siempre había mostrado grande celo por la predicación y en el confesionario, y siempre incansable en trabajar en la viña del Señor por bien de todos. Todos sois testigos y tenéis una prueba clara y evidente del celo y energía con que ha trabajado el P. Palau…Y al mismo tiempo todos le habréis observado la grande resignación, paciencia y edificación con que ha sufrido y sobrellevado todas las persecuciones e infamias de que ha sido víctima durante estos tres o más años y esto porque trabajaba por la gloria de Dios y para la exaltación de la fe católica, porque se había constituido en un acérrimo defensor de la Santa Iglesia de Dios…Él ha muerto trabajando y peleando por la fe” (Ermitaño, 28 de marzo de 1872, 1-2)
Algunas facetas que nuestro FUNDADOR - MISIONERO Y PROFETA DE LA IGLESIA
Escucha a Dios en la realidad: La tarea del profeta es animar la esperanza del pueblo, por medio de la Palabra “La predicación del Evangelio toma, varía, cambia, modifica y ordena sus formas según que cambian o varían las disposiciones, exigencias y necesidades de los pueblos a quienes se dirige…Las misiones son la predicación del Evangelio en forma debida, en forma útil y fructuosa, necesaria, atendidas las circunstancias...”(EVV2, 13).
Llamado y enviado por Dios para anunciar su amor: La acción profética es portadora de Buena Noticia, de bienaventuranza, de bondad y misericordia, atendiendo preferencialmente a los miembros sufrientes de Cristo: los pequeños, marginados y excluidos. Levantad a él las manos clamando por los pobres pequeñuelos, que morirían de hambre por las calles y encrucijadas por faltarles quien les reparta el pan. (Lucha 2. 19) Esto es lo que te dice, manda y ordena Dios: en mi nombre lanzarás los demonios, impondrás las manos sobre los enfermos y quedarán curados…”(Cta.115 II,1.5).
A favor de la justicia: Propio del actuar del espíritu de Dios en el profeta es luchar a favor de la justicia, buscar la verdad, favorecer caminos de paz y denunciar las causas de la maldad. La ambición, la avaricia, la lujuria, el robo, los asesinatos, las injusticias, la opresión del pobre y desvalido y los pecados de aquellos que pecan contra la caridad, son los fundamentos de esta Montaña (del mal). 2Lucha II Conferencia 11
Una respuesta con perspectiva de futuro: El profeta invierte su vida por el bienestar de todos, apuesta por un mañana mejor, convencido de que un mundo nuevo es posible. “Amarás a Dios, amarás a los prójimos. El amor de Dios trae al alma al desierto, a la soledad…El amor a los prójimos…trae el alma de la soledad y la vuelve al mundo, para salvar al mundo…Hijas mías, ahora es tiempo de trabajar y sacrificaros por los prójimos”.
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