jueves, 26 de noviembre de 2009

Cuento: "La anciana pobre" (sobre la alegría y el gozo de dar)


     La anciana campesina caminaba lentamente, cargando con dificultad un atado de leña para alimentar una hoguera en la que cocinaba.
Su rancho era un pedazo de techo caído sobre una pared, formando un espacio triangular dentro de éste. 

     Un joven juez que en su tiempo libre paseaba por el campo, se encontró con ella y conmovido por la edad y las condiciones en las que vivía la humilde mujer, decidió buscar la manera de ayudarla.

     La señora hablaba en forma alegre y determinada, le contó al juez que comía de lo que crecía en la granja, que tenía algunas gallinas y una vaca que le producían lo indispensable. No había tonos de queja ni de carencia en la conversación de la anciana, todo lo contrario, sus palabras estaban plenas de gratitud y esperanza.

     Después de haber conversado un buen rato, el juez le preguntó a la campesina: 
 -Disculpe señora, ¿hay alguna forma en la que la pueda ayudar? ¿Tal vez ropa, o medicinas? Si en algo puedo colaborarle solo dígame y con gusto haré lo que pueda. 
  La anciana guardó silencio por un momento, y finalmente respondió: 
 -Muchas gracias, en realidad no necesito nada para mí, pero sí para el viejito. 
 -¿El viejito?-, preguntó el juez. 
 -Sí -continuó la señora-, está muy enfermo, está adentro en la casa, ya no se puede ni parar, tiene muchos dolores, me toca hacerle todo porque el pobre no puede ni moverse. 
 -¿Y qué tiene su esposo?- replicó el juez, sorprendido. 
 -No es mi esposo -respondió la anciana-, es un viejito que encontré desamparado y ¿cómo lo iba a dejar solito? Por eso desde hace como dos años que lo estoy cuidando. 



REFLEXIONEMOS
Nadie es tan pobre que no pueda dar, nadie es tan rico que no necesite recibir. 
La anciana de este cuento comienza despertando ternura y compasión al joven juez, quien se acerca a ella para hacerla destinataria de su solidaridad, sin embargo es él quien termina siendo sorprendido por el tremendo testimonio de su generosidad.
El juez se sintió movido a ayudar a la anciana, aprendamos de él, pero sigamos el ejemplo de la anciana dando gratuitamente, sin esperar nada a cambio. Te invito a hacer algo que represente un esfuerzo para vos, por alguien a quien no conozcas y dejate sorprender por el regalo de dar.


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