martes, 11 de octubre de 2011

MES DEL ROSARIO 2011

ROSARIO   BENDITO   DE   MARÍA
“… cadena dulce que nos unes con Dios”

El Rosario es una oración sencilla y popular. La Iglesia ha visto siempre, en esta oración una particular eficacia, confiando las causas más difíciles a su recitación comunitaria y a su práctica constante. En momentos muy difíciles para la humanidad se atribuyó a la fuerza de esta oración la liberación del peligro y la Virgen del Rosario fue considerada como propiciadora de la salvación.

El beato Juan Pablo II nos habla de dos causas muy importantes para confiarlas a Dios por medio del Rosario:

La Paz: Quien interioriza el misterio de Cristo – y el Rosario tiende precisamente a eso- aprende el secreto de la paz y hace de ello un proyecto de vida. Además, debido a su carácter meditativo, con la serena sucesión del Avemaría, el Rosario ejerce sobre el orante una acción pacificadora que lo dispone a recibir y experimentar en la profundidad de su ser, y a difundir a su alrededor, la paz verdadera, que es un don especial del Resucitado (Cf. Jn 14, 27; 20,21)

… mientras nos hace contemplar a Cristo, el Rosario nos hace también constructores de la paz en el mundo. Por su carácter de petición insistente y comunitaria, en sintonía con la invitación de Cristo a “orar siempre sin desanimarse” (Lc 18,1) nos permite esperar que hoy se pueda vencer también una “batalla” tan difícil como la de la paz. De este modo, el Rosario, en vez de ser una huída de los problemas del mundo, nos impulsa a examinarlos de una manera responsable y generosa, y nos concede la fuerza de afrontarlos con la certeza de la ayuda de Dios y con el firme propósito de testimoniar en cada circunstancia la caridad, “que es vínculo de la perfección” (Col3, 14)

La Familia: … “La familia que reza unida, permanece unida”. El Santo Rosario, por antigua tradición, es una oración que se presta particularmente para reunir a la familia. Contemplando a Jesús, cada uno de sus miembros recupera también la capacidad de volverse a mirar a los ojos, para comunicarse, solidarizarse, perdonarse recíprocamente y comenzar de nuevo con un pacto de amor renovado por el Espíritu de Dios.
Muchos problemas  de las familias contemporáneas, especialmente en las sociedades económicamente más desarrolladas, se derivan de una creciente dificultad para comunicarse. No se consigue estar juntos y, a veces, los raros momentos de reunión quedan absorbidos por las imágenes de n televisor. Volver a rezar el Rosario en familia significa introducir en la vida cotidiana otras imágenes muy distintas, las del misterio que salva: la imagen del Redentor, la imagen de su Madre Santísima. La familia que reza unida el Rosario reproduce un poco el clima de la casa de Nazaret: Jesús está en el centro, se comparten con él alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el camino.

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