jueves, 16 de mayo de 2013

¡Llamemos al Espíritu!


“Preguntémonos: ¿estoy abierto a la acción del Espíritu Santo, le rezo para que me dé luz y me haga más sensible a las cosas de Dios? Es una oración que tenemos que rezar todos los días: “Espíritu Santo, haz que mi corazón esté abierto a la Palabra de Dios, que mi corazón esté abierto al bien, a la belleza de Dios todos los días”. Quiero preguntarles algo: ¿Cuantos de ustedes rezan todos los días al Espíritu Santo?”

“Serán pocos pero tenemos que cumplir este deseo de Jesús y rezar todos los días al Espíritu Santo para que abra nuestro corazón”.

La recepción de las palabras y las verdades de fe, para que se conviertan en vida, “se realiza y crece bajo la acción del Espíritu Santo. En este sentido, debemos aprender de María, reviviendo su "sí", su disponibilidad total para recibir al Hijo de Dios en su vida, que desde ese momento se ha transformado. A través del Espíritu Santo, el Padre y el Hijo toman morada en nosotros, vivimos en Dios y de Dios”.


“Tenemos que dejarnos inundar de la luz del Espíritu Santo, para que Él nos introduzca en la verdad de Dios, que es el único Señor de nuestra vida. En este Año de la Fe preguntémonos si hemos dado algunos pasos concretos para llegar a conocer más a Cristo y las verdades de la fe. Pero al mismo tiempo preguntémonos qué pasos estamos dando para que la fe oriente toda nuestra existencia. ¡No se es cristiano "a tiempo determinado", en algunos momentos, en algunas circunstancias, en algunas opciones, se es cristiano en todos los tiempos! La verdad de Cristo, que el Espíritu Santo nos enseña y nos da, interesa para siempre y totalmente nuestra vida diaria.

"Invoquémoslo más a menudo”. “Les hago una propuesta: Invoquemos todos los días al Espíritu Santo de modo que nos acerque a Jesucristo”

(Fuente: audiencia del Miércoles 15/5, vatican.va)

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