jueves, 4 de agosto de 2016

Ser sacerdote... un camino de santidad en seguimiento de Cristo



SER SACERDOTE:
-          Vivir en medio del mundo sin ambicionar sus placeres,
-          ser miembro de cada familia, sin pertenecer a ninguna;
-          compartir todos los sufrimientos, penetrar todos los secretos, perdonar todas las ofensas, ir del hombre a Dios y ofrecer a El sus oraciones, regresar de Dios al hombre para traer perdón y esperanza,
-          tener un corazón de fuego para la caridad, y un corazón de bronce para la castidad;
-          enseñar y perdonar, consolar y bendecir siempre, Dios mío, qué vida!
-          Y esa es la tuya, oh sacerdote de Jesucristo!


In Persona Christi…
Ante tu Presencia Real escucho tu voz a mi corazón decir:

Con toda tu alma reverencia al Señor, y venera a sus sacerdotes.
Con todas tus fuerzas ama al que te hizo, y a sus ministros no abandones.

Son mis elegidos y vuestros hermanos. Son un don que os hago.
Como servicio gratuito os doy su sacerdocio.

Siervos ya más no son llamados, Son mis amigos… mis elegidos y
los secretos de mi Corazón les han sido dados.

Al Divino Pelicano, al Sumo y Eterno Sacerdote
a Jesucristo, el honor, la acción de gracias
la gloria y la alabanza en sus santos ministros.
¿Qué sería de nosotros sin tus sacerdotes?
¿A dónde Señor iríamos y tu Alimento quién nos lo daría?

En tu Palabra eterna creemos…
En el Dios Uno y Trino, junto a ellos, celebramos
y en tu Amor vivimos, nos movemos y existimos…



(Cfr. Sal 27:8; Eclo 7:29-31; Num 18:6-7, Jn 15:15; Hb 3:1; Jn 6:68-69; Hch 17:28)

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