Por José María Martín OSA
1.- La fidelidad a Dios. Malaquías recuerda al pueblo de
Israel que Dios es Creador y Padre. Es el autor de la Alianza en el Sinaí, por
la que el pueblo llegó a ser una comunidad religiosa, cuyos miembros deben
tratarse como hermanos. La fidelidad a Dios es el fundamento del respeto y el
amor entre los israelitas. Sin embargo, a pesar de la experiencia del exilio y
tras la reconstrucción del Templo, los sacerdotes son cómplices de la
explotación del hombre por el hombre, la arbitrariedad y la injusticia. Esto
una profanación de la Alianza y lleva consigo el desprestigio de quienes
debieran respetarla en primer lugar.
2.- Evangelizar por amor, no por interés económico. Pablo
da gracias a Dios por la fe de los Tesalonicenses y la acogida que le
dispensaron. El les recuerda el cariño que puso en su evangelización. En vez de
darse importancia y hacer valer su autoridad, incluso para vivir a expensas de
los tesalonicenses, ha preferido tratarles con el amor y la solicitud de una
madre que se desvive por sus hijos. Aunque Pablo defiende el derecho de los
apóstoles a vivir de la predicación evangélica,
él mismo y sus cooperadores
renunciaron siempre a ser mantenidos por los recién convertidos al Evangelio.
Su predicación quedaba así a salvo de toda sospecha de lucro. Pablo acepta de
buen grado las fatigas de un trabajo necesario para subsistir sin ser gravoso a
los tesalonicenses.
3.- Vivir con humildad. Jesús dirige la palabra a los
discípulos y al pueblo para denunciar la conducta de escribas y fariseos y
prevenirlos de su mala influencia. San Mateo, inmediatamente después del
presente relato, recoge la invectiva que pronuncia Jesús directamente contra
los escribas y fariseos. En efecto, habían creado un fárrago legislativo en torno
a la Ley para regularla hasta los más mínimos detalles. Esto constituía una
carga insoportable que ni ellos mismos cumplían. Jesús denuncia la hipocresía
de estos "maestros" que no ayudan en absoluto a llevar la carga que
imponen a los demás indebidamente, y contrapone a esa carga innecesaria el
"yugo suave y la carga ligera" del Evangelio. Se hacían llamar
"rabí", es decir, "maestro mío"; un título que llegó a
conferirse solemnemente. También se hacían llamar "padre" y
"preceptores". Jesús critica todo ese interés en encumbrarse sobre
los demás, pues uno es nuestro Padre y, todos, nuestros hermanos. La crítica de
Jesús a letrados y fariseos alcanza literalmente a todo clericalismo, también
de nuestros días, pues hoy podemos caer en lo mismo que Jesús critica.
4.- “Haz lo que te digo”. Si quiero ser discípulo de
Jesucristo, si quiero seguirle y que le sigan los demás, he de dar primero buen
ejemplo. ¿Cómo voy a explicar a los demás que el trabajo y el estudio son
medios de santificación, si luego no tengo prestigio profesional, si hago las
cosas de cualquier manera, o me conformo con cumplir los mínimos o ir
aprobando? Y no sólo en el trabajo, sino también en mi relación con los demás,
en el uso de los bienes materiales, en las diversiones, en el descanso, en las
dificultades, etc. San Agustín nos aconseja: “Cualquiera que sea yo, atiende a
lo que se dice no por quién se dice... Si hablo cosas buenas y las hago
imítame; si no hago lo que digo, tienes el consejo del Señor: haz lo que digo,
no hagas lo que hago, pero no te apartes de la cátedra católica”.
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