HOMILÍA DEL PAPA FRANCISCO EN LA FIESTA DE PENTECOSTÉS:
EL ESPÍRITU CAMBIA LOS CORAZONES, CAMBIA LOS ACONTECIMIENTOS, ACTÚA COMO FUERTE
RECONSTITUYENTE Y ORIENTA HACIA DIOS Y HACIA EL MUNDO.
El Espíritu Santo cambia los corazones
El Papa Francisco, centrando su reflexión en el pasaje
del libro de los Hechos de los Apóstoles, explica que los discípulos - que al
principio estaban llenos de miedo, atrincherados con las puertas cerradas
también después de la resurrección del Maestro - “son transformados por el
Espíritu” y, como anuncia Jesús en el Evangelio de hoy, “dan testimonio de él”.
“De vacilantes pasan a ser valientes” - afirmó el Papa – “porque el Espíritu
cambió sus corazones”. Un pasaje que el Papa usó como ejemplo para explicar
cómo el Espíritu Santo “entra en las situaciones y las transforma, cambia los
corazones y cambia los acontecimientos”.
Pero también es el “Espíritu” el que “libera los
corazones cerrados por el miedo y vence las resistencias” continuó Francisco,
de modo que - a quien se conforma con medias tintas – “le ofrece ímpetus de
entrega”. También “ensancha los corazones estrechos”, “anima a servir a quien
se apoltrona en la comodidad”, “hace caminar al que se cree que ya ha llegado” y “hace soñar al que cae en tibieza”.
se apoltrona en la comodidad”, “hace caminar al que se cree que ya ha llegado” y “hace soñar al que cae en tibieza”.
“La experiencia enseña que ningún esfuerzo terreno por
cambiar las cosas satisface plenamente el corazón del hombre” afirmó, mientras
que el cambio del Espíritu es diferente: “no revoluciona la vida a nuestro
alrededor, pero cambia nuestro corazón; no nos libera de repente de los
problemas, pero nos hace libres por dentro para afrontarlos; no nos da todo
inmediatamente, sino que nos hace caminar con confianza, haciendo que no nos
cansemos jamás de la vida”.
El Espíritu Santo: fuerte “reconstituyente”
El Espíritu además, “mantiene joven el corazón”,
previniendo el único envejecimiento malsano: el interior. Y lo hace
precisamente “renovando el corazón, transformándolo de pecador en perdonado”.
A veces necesitamos un cambio verdadero - dijo el Papa -
sobre todo “cuando estamos hundidos, cuando estamos cansados por el peso de la
vida, cuando nuestras debilidades nos oprimen, cuando avanzar es difícil y amar
parece imposible”. Y es en ese momento cuando el Espíritu actúa como un “fuerte
“reconstituyente”: “es él, la fuerza de Dios”, expresó el Santo Padre, que
“llega también a las situaciones más inimaginables”.
El Espíritu Santo: alma de la Iglesia
Haciendo una comparación como cuando en una familia nace
un niño, que trastorna los horarios, hace perder el sueño, pero lleva una
alegría que renueva la vida y la impulsa hacia adelante, el Papa aseguró que es
lo mismo que hace el Espíritu Santo en la Iglesia: Él, “la reanima de
esperanza, la colma de alegría y le da brotes de vida”, afirmó el Papa.
La fuerza del Espíritu Santo es única. Por una parte, es
una fuerza centrípeta, es decir, “empuja hacia el centro, porque actúa en lo
más profundo del corazón” indicó Francisco, de manera que “trae unidad en la fragmentariedad,
paz en las aflicciones y fortaleza en las tentaciones”.
Pero al mismo tiempo – señaló - “él es fuerza
centrífuga”, es decir, “empuja hacia el exterior”: El que lleva al centro es el
mismo que manda a la periferia, hacia toda periferia humana; aquel que nos
revela a Dios nos empuja hacia los hermanos.
Es sólo en el Espíritu Consolador cuando “decimos
palabras de vida y alentamos realmente a los demás” - concluyó el Papa – pues,
“quien vive según el Espíritu está en esta tensión espiritual: se encuentra
orientado a la vez hacia Dios y hacia el mundo”.
Oración al Espíritu Santo – Edith Stein
Quien eres tú, dulce
luz que me llenas e iluminas la oscuridad de mi corazón?
Me conduces igual que una mano materna y si me dejas libre, no sabría ni dar un
paso.
Tú eres el espacio que envuelve todo mi ser y lo encierra en
si, abandonado de ti cae en el abismo de la nada, donde tú lo elevas al Ser.
Tú, más cercano a mí que yo misma y más íntimo que mi
intimidad, y aun inalcanzable e incomprensible, y que todo nombre hacer
renacer: Espíritu Santo, ¡Amor Eterno!
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