jueves, 2 de octubre de 2008

Octubre Misionero, mes para revitalizar la vocación a la misión

Buenos Aires, 2 Oct. 08 (AICA)

“La fiesta de Santa Teresa del Niño Jesús en el primer día de octubre, aparece como ‘una antorcha que da mucha luz’ a nuestra vocación misionera. Teresita nos muestra con el ejemplo de su vida qué significa ser cristiano y misionero. Su vida sencilla y profundamente identificada con los sentimientos de Jesús, nos anima a ser misioneros con sencillez de corazón y una fe profundamente arraigada en el Maestro”, recuerda el director nacional de las Obras Misionales Pontificias (OMP), presbítero Osvaldo Leone, en un mensaje con motivo del inicio del Mes de las Misiones.

Tras señalar que “cada uno de nosotros es misionero por vocación”, porque “levamos ‘impreso en nuestro corazón’ la Buena Nueva que no nos pertenece y que no debemos, ni podemos callar o guardar egoístamente para nosotros”, considera que alcanza con “animarnos, con una gran confianza en Jesús, como lo hizo Santa Teresita, a contarle a todos que son amados por Dios, que Jesús nació y murió por amor a cada uno de nosotros, sin distinción de raza, color o nación, o situación social…”

Estima, además, que la celebración del Octubre Misionero, ayuda a “volver a retomar el camino, a renovar nuestros compromisos como bautizados. Proporciona un espacio de reflexión en el que podemos afianzar nuestra pertenencia a la Iglesia, una Iglesia de ‘puertas abiertas’, capaz de acoger a todos, y sobre todo a quienes por cualquier motivo se sienten menos amados”.

“Es un mes para animarnos a mirar el mundo y comprometernos con el anuncio de la Buena Nueva; en particular a aquellos a quienes aún nadie les ha anunciado a Jesús. La misión ‘más allá de las fronteras’ -la misión ad gentes- esa misión que debiera urgirnos como cristianos, ‘ricos del amor de Dios’. Amor de Dios que todos tienen derecho a conocer y que cada uno de nosotros tiene la responsabilidad de transmitir”, subraya.

El presbítero Leone sostiene que “Teresita, conocía por propia experiencia el gran amor de Dios, por eso le urgía, anunciar a todos ese amor. Lo demuestra la ‘intrepidez y creatividad’ – propia del que ama más allá de si mismo – con las que buscó su lugar en la Iglesia hasta encontrarlo: ¡en el corazón de la Iglesia mi Madre, yo seré el amor! El amor le dio la clave de su lugar y vocación misionera en la Iglesia.”

“Aprovechemos todos el mes de octubre: mes de las misiones, para revitalizar nuestra vocación misionera y para ‘salir de nosotros mismos’ e ir hacia todos; con nuestra oración y afecto primero, y también con nuestra disponibilidad para el anuncio de la Buena Nueva allí donde el Señor Jesús nos quiera enviar”.

OMP

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