jueves, 19 de febrero de 2009

Una Cadena de perfumes

Hola querid@s Amig@s:

Comenzamos a prepararnos para vivir el tiempo de la Cuaresma. Tiempo que siempre llega con una perfume nuevo y renovador, que invade de nuevos aromas el ambiente que nos rodea y también nuestro ambiente interior.
La propuesta para estos días es invitarlos a dejar que Dios nos sorprenda con este material que les ofrecemos. Leerlo, rumiarlo y orarlo serán las tres palabras que nos acompañarán en el recorrido de esta publicación antes de iniciar este tiempo de cuaresma.

Agradecemos enormemente a José Raúl, un sacerdote Jesuita, colombiano que coloca al servicio de todos este trabajo.
Que este tiempo sea propicio para convertirnos ante el inmenso Amor de Jesús




Lo que aquí se expresa quizá suene un poco a comercio o visita a una tienda especializada e incluso a fomento del consumismo… Sí. No se puede negar lo evidente… en esta época de globalización, marketing, control de calidad, oferta y demanda es una buena oportunidad para promocionar y darle un tinte diferente, un sabor renovado, una administración nueva a aquello de lo que tanto hablamos pero que nos atenaza en el miedo y en la capacidad de decir lo mismo en lenguaje evidente: conversión!!!.


El mismo contenido, la fragancia de siempre

Nuestro lenguaje religioso en muchas ocasiones ha redundado de manera insistente y repetitiva lo mismo… termina por llevar a las mismas conclusiones: ya lo se todo; es lo mismo de siempre, el “sermón” aburrido de cada domingo… y lo que ha venido a ser buena noticia, se ha ido transformando por causa de quienes estamos invitados a darla a conocer en una aburrida noticia, que solo deja escapar un bostezo más… y cierto sinsabor que no permite descubrir la novedad que ha venido a ser para la humanidad la presencia de Jesús.

No es que quiera decir que hay que hacer un cambio en el lenguaje o renovación del mismo, sino que es en una mirada más amplia encontrar lo que dentro de la misma escritura propone y sugiere para expresar esos deseos de novedad, cambio, transformación, conversión, giro a la vida… de tal manera, que la fuerza de la palabra despierte nuevos bríos y lance a nuevos horizontes que hagan correr el velo de la pesadumbre y monotonía que hace oler a viejo y a moho todo aquello que venga del discurso religioso.

Una gran dificultad no solo está en el lenguaje, sino en la idea que tenemos de Dios o la manera de pensar con lo que razonamos sobre el Señor. No hay que intentar prescindir, por ningún motivo, de la encarnación de Dios como lugar de Dios, porque es renunciar a conocer a Dios por la vía que él ha querido, y volver a un conocimiento “legal” y “general” que termina siendo des-comprometido y de ideas que no conducen a ninguna parte, y en las que muchas personas se sienten cómodas. Dios ha querido ser conocido por su cercanía con la humanidad en la presencia viva del Verbo Eterno encarnado, es decir, el Dios con nosotros… que es pobre y humilde desde el pesebre a la cruz.

Asumir que Dios se hace evidente casi de una manera que razonablemente no se espera, es encontrar horizonte insospechado para percibir los signos de su presencia. El Dios con nosotros se ha hecho historia, tejida toda ella de pasiones en toda la amplitud de dicho término, las del sufrimiento y las del amor, y que lo encontramos de manera cercana y divina en la compasión de Cristo, es decir en el amor extremo y loco por la humanidad. El Dios buscador de pecadores y prostitutas, de enfermos y locos, de mendigos y ciegos, de viudas y huérfanos, de ladrones y usureros… desplazados y desaparecidos, torturados y drogados… unas nuevas especies que brotan en la ecología actual del mundo y que según especialistas del contexto actual parecen dañar o enrarecer el ambiente por el mal olor que pueden producir… pero que es el tiempo y el espacio, en el cual hay que reinventar el Dios desconocido de Jesucristo. Disculpe… “Hay que ponerse a creer en otra cosa”.

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