martes, 6 de octubre de 2009

Cuento: "Las dos vasijas" (sobre la comparación y el provecho que podemos sacar de nuestras fragilidades)



Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaba a los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie desde el arroyo hasta la casa de su patrón; pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua. 

Durante dos años completos esto fue así diariamente; desde luego, la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada. Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable, porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación. 

Después de dos años, la tinaja quebrada le habla al aguador diciéndole: 
-Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir. 
El aguador, apesadumbrado, le dijo compasivamente: 
-Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino. 

Así lo hizo la tinaja. Y en efecto vio muchas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de ella la mitad del agua que debía llevar. El aguador le dijo entonces: 
- ¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen en tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, con todo y tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza.


ENSEÑANZA:
Si pensamos en las tinajas tenemos que decir que no son buenas las comparaciones, cada una es única e irrepetible y da según sus capacidades. Además Dios siempre saca provecho de lo que somos y hacemos.
El cargador de agua de esta historia es una persona digna de imitar,  es optimista, alegre, generoso, esperanzado, siempre buscando el lado bueno de las cosas. Las personas generosas tienen algo en común, que siempre piensan en el bien que hay en los demás y en el bien que pueden hacerles. Que Dios nos regale un corazón como el de este aguador para transformar nuestros ambientes y entornos.


Podemos preguntarnos a la luz de la Palabra de Dios: 
1-¿Qué tenés en común con esta vasija agrietada? (Cf. Gen 2,7; Is 64, 7 b. ) 
2-¿Cuáles son las grietas que te deprimen? (Cf. Rom 7,24; 2 Cor 4, 10)
3-¿ el Aguador siente igual que vos? (Cf. Is 43, 15a) 
4-Si el Aguador no quiso cambiar la vasija agrietada por una sana y perfecta ¿por qué será? (Cf. 2 Cor 12, 1-10)


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