el canto más perfecto, la plegaria más pura que elevamos…
Silencio, amigo profundo que al callarse escuchamos…
Basta de palabrería. Tregua de toda elocuencia.
Evasión de entre las palabras. Descanso.
Reposo delicioso. Cerebro sanado de todos sus males
aquejado
por el ruido que hace la gente a nuestro lado,
y que no deja de
hablar a favor o en contra…
(Autor: E.
Rostand)
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