“La Biblia es la gran historia que narra las maravillas de
la misericordia de Dios. Cada una de sus páginas está impregnada del amor del
Padre que desde la creación ha querido imprimir en el universo los signos de su
amor. El Espíritu Santo, a través de las palabras de los profetas y de los
escritos sapienciales, ha modelado la historia de Israel con el reconocimiento
de la ternura y de la cercanía de Dios, a pesar de la infidelidad del pueblo.
La vida de Jesús y su predicación marcan de manera decisiva la historia de la
comunidad cristiana, que entiende la propia misión como respuesta al mandato de
Cristo de ser instrumento permanente de su misericordia y de su perdón (cf. Jn
20,23). Por medio de la Sagrada Escritura, que se mantiene viva gracias a la fe
de la Iglesia, el Señor continúa hablando a su Esposa y le indica los caminos a
seguir, para que el Evangelio de la salvación llegue a todos. Deseo vivamente
que la Palabra de Dios se celebre, se conozca y se difunda cada vez más, para
que nos ayude a comprender mejor el misterio del amor que brota de esta fuente
de misericordia. Lo recuerda claramente el Apóstol: «Toda Escritura es
inspirada por Dios y además útil para enseñar, para argüir, para corregir, para
educar en la justicia» (2 Tm 3,16).
Sería oportuno que cada comunidad, en un domingo del Año
litúrgico, renovase su compromiso en favor de la difusión, el
conocimiento y la profundización de la Sagrada Escritura: un domingo dedicado
enteramente a la Palabra de Dios para comprender la inagotable riqueza que
proviene de ese diálogo constante de Dios con su pueblo. Habría que enriquecer
ese momento con iniciativas creativas, que animen a los creyentes a ser
instrumentos vivos de la transmisión de la Palabra. Ciertamente, entre esas
iniciativas tendrá que estar la difusión más amplia de la lectio divina, para
que, a través de la lectura orante del texto sagrado, la vida espiritual se
fortalezca y crezca. La lectio divina sobre los temas de la misericordia
permitirá comprobar cuánta riqueza hay en el texto sagrado, que leído a la luz
de la entera tradición espiritual de la Iglesia, desembocará necesariamente en
gestos y obras concretas de caridad”
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