lunes, 23 de febrero de 2009

“Perfúmate"

La cosmética divina

La novedad de un producto está marcada no solo por la publicidad, sino por el impacto que genera en el consumidor, es decir, si ha resultado atractiva y generado tal expectativa que su presencia en el mercado es garantía de ganancia y rentabilidad, así como recuerdo de su marca a través del slogan que lo acompaña. Parece que si no se está al grito de la moda no hay nada que hacer, ni tampoco esperar ser tenido en cuenta. Una cosa bien diferente pasa en el caso de la experiencia de Dios, el es absolutamente novedoso y totalmente otro, siendo siempre el mismo y permaneciendo como tal. Pero hoy en medio de un aparente retorno de lo sagrado se ha llegado es a un coctel de lo religioso de acuerdo a los intereses de los clientes de lo divino… y Dios es el gran olvidado, porque pareciera que la clave está en el manejo del misterios a través de ofrendas, fragancias, metales, colores que garantizaran o mejor dicho, obligaran a Dios a colocarse al alcance de la mano y a merced de quien lo busca por interés o capricho. No es Dios que viene, sino que es obligado a dejarse encontrar por el.

“Tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara” (Mateo 6, 17). Estas palabras de Jesús son una mirada nueva para ver desde el corazón. Son una invitación o sugerencia a comenzar algo nuevo; como me lavo y me perfumo al salir de casa, para emprender un día nuevo, para ir a una fiesta o encontrarme con alguien. ¿será posible contagiar de vida nueva y plena a la humanidad? Ahí está el trabajo de abrir caminos para hacer creíble a Dios con nuestra manera de vivir.

“Perfúmate la cabeza” suena a orden de salida, e invitación a una aventura de cuarenta días que renueva por dentro y por fuera, es la terapia intensiva del cambio de corazón (cambio extremo que realizan personas que quieren mantener su eterna juventud o simplemente por vanidad se someten a cirugías estéticas riesgosas para mejorar su apariencia) pero que en esta caso, introduce en la maravilla de un amor sin medida, con el que siempre he soñado; una aventura que, en sólo cuarenta días, me va a llevar a dejar atrás la muerte, mi muerte, y a encontrarme de bruces con la resurrección...y con Jesús, el Señor Resucitado.

“Perfúmate” es arriesgarse a ser ungido de verdad, como quien en una fiesta de cumpleaños o en medio de una celebración cae en manos de otros, que con diversas cosas embadurnan o mejor dicho le tiran encima tal cantidad de cosas que la persona no puede enojarse y ha de disfrutar –casi a regañadientes- lo que le ha pasado, así como a sentirse homenajeado en medio de dicha situación.

“perfúmate”
una manera simple de probar la vida verdadera que plenifica y llena de sentido lo que se quiere vivir en serio y dar a conocer sin temor alguno. Es abrirse en serio a romper esquemas desde dentro de las estructuras e ir llevando el descubrimiento de Dios en lo pequeño, para vivir la vida verdadera sin temor y con el entusiasmo que brota de una fe que permite ser persona plena, realizada en lo cotidiano y animada en medio del sinsentido.


“perfúmate” aceptar que algo nuevo está naciendo, que no lo vemos pero lo sentimos, que Don Mi Dios, de a poco, va gestando sin hacerse notar semillas de nueva vida, fragancias que renuevan el abanico de posibilidades, que está abriendo nuevos caminos a largo plazo, que empezamos a conocer sus primeras pisadas, pero que al mismo tiempo nos llena de deseos de ver crecer un mundo más en paz y con justicia, de mayor posibilidades para todos, sin marginados, ni excluidos, sin empobrecidos, ni despreciados…

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