viernes, 31 de julio de 2009

Domingo XVIII del Tiempo Ordinario (B)

Trabajad no por el alimento que perece, sino por el alimento que perdura hasta la vida eterna J. 6, 24 - 35 .

El evangelio de hoy tiene un inicio un tanto amargo. Jesús dice a las gentes, "me buscáis, no porque habéis visto signos sino porque comisteis pan hasta saciaros". Es decir, no me buscáis a mí, no venís a escuchar mi palabra sino un pedazo de pan. Lo contrario del domingo pasado: la gente fue a escucharle, y Jesús le dio, también, pan. Nosotros cuando nos acercamos a él, ¿qué vamos a buscar?
La sociedad de hoy se cree suficientemente capaz de saciar por si misma todas las necesidades de los hombres. Por eso, les llena de promesas y llamadas a "consumir" para dar satisfacción a sus anhelos e ilusiones. Ciertamente, la sociedad con sus adelantos técnicos, nos ofrece la posibilidad de satisfacer muchas de nuestras necesidades.
Pero también es cierto, que no nos ofrece "el pan de vida", sino que nos lleva con harta frecuencia al hastío y al más absoluto de los vacíos. Ciertamente el grito de los antiguos romanos, era "Pan y Circo". Pero, a la postre, volvían a sus casas más insatisfechos que habían ido
Hemos dicho al principio que Jesús se quejaba diciendo: "Sé que me buscáis no porque habéis visto signos sino porque habéis comido pan hasta saciaros".
Ante estas palabras, gran parte de la gente que le seguía le abandonó y sólo quedó un pequeño grupo. Tanto es así, que Cristo se vio como obligado a preguntar a sus apóstoles: ¿También vosotros queréis marcharos? En algún momento doloroso de nuestra vida, Cristo podría preguntarnos: ¿También vosotros queréis dejarme? Y nuestra respuesta debe ser la misma que la de S. Pedro "Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna"
Mucha gente ante las palabras de Jesús, quedó un tanto desilusionada. No iban a buscarle a él, iban a buscar un pedazo de pan. Y muchos, como digo, le abandonaron.
Esta desbandada de aquella gente desilusionada nos recuerda la de nuestros días, de la que de hecho, muchos se han alejado de la vivencia religiosa. En los últimos tiempos la práctica religiosa se ha reducido a un más de 50 Al multiplicarse los bienes, a pesar de la crisis, parece que Dios ya no es necesario, ya no es útil, y entonces, de modo, consciente o inconsciente, nos parece que podemos prescindir de él. Dios hoy no parece rentable. Las muchedumbres desilusionadas de hoy sólo buscan y esperan de él panes y peces......
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