La palabra “Señor” viene
del latín dominus y significa que tiene dominio o señorío sobre
algo o alguien.
Cuando decimos que hacemos de Jesús el Señor de nuestra
vida, estamos aceptando que Él haga con nosotros “su voluntad”, como decimos en
el Padrenuestro; estamos afirmando que Él está al centro de nuestra vida, que su
Palabra cala tan hondo en nuestro ser que somos incapaces de revelarnos a la misma, pero generalmente no es
así.
El Señor de tu vida debería ocupar el primer lugar en tu
corazón, y después los demás, o lo demás… ¿Cuántas veces dejamos de lado las
cosas de Dios y hasta a Él mismo por nuestros propios intereses? ¿Cuántas veces
rezamos, oramos el Padre Nuestro pero sin darnos cuenta de lo que estamos
diciendo? Nuestro natural, nuestra
debilidad humana muchas veces nos hace tropezar y caer ante el mínimo traspié: “Señor,
¿por qué permitiste que me sucediera esto?” “Señor, no me pidas eso que no lo
haré”, “Señor, soy demasiado débil para seguir tu voluntad”, “Señor, no puedo dar ese paso”, “Señor, Señor…….”
Pero tenemos un Dios GRANDE, que sólo mira nuestro corazón.
Él conoce nuestras profundidades, aún aquellas que somos incapaces de
vislumbrar. Dios espera que nos reconozcamos débiles para que nos ayude a vivir
el ser “posesión suya”.
ORACIÓN
Jesús, somos
débiles, muchas veceste hemos reconocido como Señor de nuestras vidas,
pero no siempre te hemos dejado hacer en nosotros.
Ayudanos a vivir según tu Voluntad,
danos un
corazón dócil, que aunque no entienda,
se abandone confiadamente en vos,
como un niño en brazos de su madre.
Hoy y
siempre te hacemos Señor de nuestras vidas
y contamos con tu misericordia divina.
Amén
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