Nuestra formación como carmelitas misioneras NO es
uniforme, es PERSONAL, busca que crezcamos en LIBERTAD INTERIOR, en RESPONSABILIDAD
de nuestra autoformación; se trata de una formación PROGRESIVA y CONTINUA. Como
cada persona es única e irrepetible la formación busca respetar los ritmos de
cada joven, no se trata de pasar etapas según grados y años, sino más bien
según las necesidades de cada persona y sus procesos.
Por ello en un grupo de chicas que inicie su formación con nosotras no estarán todas haciendo el mismo proceso ya que cada una trae consigo un bagaje interior diferente, como diferentes somos las personas: historia personal y familiar, experiencias de vida, madurez, formación profesional, etc.
Cuando una joven ha descubierto que el Señor la llama a
la vida consagrada, y más precisamente a ser carmelita misionera, se pone en
marcha, asume unos requisitos para dar inicio a la formación en nuestra congregación y se dispone a vivir las siguientes etapas:
Postulantado: es
la etapa en la cual la joven, sin ser parte de la congregación, vive una
experiencia de búsqueda, en una dinámica de admiración y duda. A partir de un
conocimiento más directo de las hermanas, de la Congregación y de un
discernimiento sobre su propia vida, reúne los elementos de juicio que le
permiten confirmar su llamada a seguir a Jesús en el Carmelo Misionero. Es
acompañada por una comunidad formativa, donde la responsable es la Hna
encargada de postulantes. En Argentina
esta etapa suele llevar como máximo dos años de proceso, pero todo depende de
la persona.
Noviciado: En
esta etapa la joven inicia la vida religiosa propiamente dicha. Se integra en
la comunidad del noviciado (actualmente la casa se encuentra en Lima, Perú) que
es continental. Se introduce en nuestro estilo de vida. En estudio-oración-reflexión
y profundización del conocimiento propio fundamenta la llamada. Interioriza
toda la experiencia y se dispone para hacer la opción por Jesús en el Carmelo
Misionero. Es acompañada por un equipo formativo de hermanas cuya responsable es
la maestra de novicias. El noviciado tiene una duración de dos años y a veces
se puede prolongar por medio año más, según el proceso que necesite hacer la
persona.
Juniorado Intensivo: en esta etapa la juniora forma parte de otra comunidad formativa, actualmente con sede latinoamericana en Cota, Colombia. Busca ayudar a la formanda a entrar en la dinámica comunitaria con más protagonismo. Ella continúa aclarándose en su opción vocacional, recibe formación religiosa y teológica dentro y fuera de casa, y vive inserta en la comunidad sintiéndose parte
de los proyectos pastorales en los que se involucra. Es acompañada por un equipo formativo de hermanas cuya responsable es la maestra de junioras. Éste juniorado tiene una duración de dos años, después de los cuales la juniora regresa a Argentina para continuar la siguiente etapa aquí.Juniorado
Extensivo: En esta etapa la juniora se inserta en una de nuestras comunidades
de vida apostólica, formando parte de la misma y teniendo paulatinamente igual
protagonismo que el resto de las hermanas, continúa con su formación, estudio-reflexión-oración
y profundización del conocimiento propio, para seguir confirmando la opción
vocacional. En esta etapa puede iniciar o continuar estudios profesionales. Es
responsable de su proceso la animadora o superiora local y el resto de las
hermanas la ayudan a vivir su consagración con su estilo de vida coherente
contagiando el gozo vocacional. Esta etapa puede durar al menos 3 años.
Juniorado de Preparación
a Votos Perpetuos: esta etapa se realiza en Salamanca, España. Tiene una
duración de 8 meses. Es la instancia final, previa a la realización de votos
perpetuos, en una comunidad intercontinental e intercultural, a cargo de un
equipo formativo de hermanas. La formación es acorde a la etapa, con talleres
de profundización en distintos aspectos de ntra vida, busca ayudar a las
hermanas a consolidar su opción por Cristo en el Carmelo Misionero y a
determinarse por la consagración perpetua.
Formación Continua
o permanente: etapa que va desde la profesión perpetua hasta el final de la
vida. En ella, las hermanas testimonian con fuerza y vigor, los valores de la vocación y pertenencia a la Congregación. Al mismo tiempo desarrollan y recrean una dinámica de conversión que nos lleva a configurarnos con la
persona de Jesús y el misterio de la IGLESIA, en progresiva armonía de todo
nuestro ser hasta alcanzar la plenitud vocacional. Esto sucede en cada
comunidad de hnas, donde nos hacemos responsables de nuestra autoformación dedicando
espacios de silencio, oración, estudio y reflexión para vivir actualizadas y
acordes a los tiempos presentes.
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