Se han publicado ya numerosas semblanzas
biográficas del Beato Juan Pablo II.
Algunos autores han querido escribir
verdaderas biografías. Otros recorren las secuencias de su vida en un estilo de
crónicas de carácter periodístico. Y sorprende que muchos pasan por alto, o
tocan de una forma meramente superficial este aspecto de su devoción mariana,
que fue determinante en su vida.
Hay que llenar esos silencios. Como es sabido,
el Beato nació el l8 de mayo de l920 en Wadowice, una población no muy
populosa, asentada al sur de Polonia, cerca de Cracovia, mirando hacia
Occidente. Por esos años era una villa próspera. Albergaba un
"Destacamento del Regimiento de Infantería, y gozaba de un alto nivel
cultural. Tenía tres conventos, el más notable el de los Carmelitas Descalzos,
que se levantaba en una colina.
Aquí nació la devoción a la Virgen del Carmen
y a su Santo Escapulario en el corazón del joven -niño aún- Carol Wojtyla, como
herencia de su familia, y como fruto del contacto espiritual que él mantenía
con los religiosos carmelitas. Este contacto era frecuente y profundo, tanto
que en dos ocasiones pretendió ingresar en la Orden. No se llevaron a efecto
sus deseos, por causas más altas y providenciales, y
por obediencia a su Arzobispo. El mismo dirá más adelante: "Durante cierto tiempo consideré la posibilidad de entrar en el Carmelo. Las dudas fueron resueltas por el Arzobispo Cardenal Sapieha". Pero, hacía "ejercicios espirituales" con los Carmelitas, en una ocasión bajo la dirección del P. Leonardo de la Dolorosa.
por obediencia a su Arzobispo. El mismo dirá más adelante: "Durante cierto tiempo consideré la posibilidad de entrar en el Carmelo. Las dudas fueron resueltas por el Arzobispo Cardenal Sapieha". Pero, hacía "ejercicios espirituales" con los Carmelitas, en una ocasión bajo la dirección del P. Leonardo de la Dolorosa.
El mismo Papa nos ha dejado escrita una página
interesantísima -que algunos biógrafos parecen desconocer- en la que da a
conocer la fuerte influencia que los carmelitas ejercieron en su devoción
mariana, determinante para su vida. Dice así "..al referirme a los
orígenes de mi vocación sacerdotal, no puedo olvidar la trayectoria mariana, La
veneración a la Madre de Dios en su forma tradicional me viene de la familia, y
de la parroquia de Wadowice...
Además, en Wadowice, había sobre la colina un
monasterio carmelita, cuya fundación se remontaba a los tiempos de San Rafael
Kalinowski. Muchos habitantes de Wadowice acudían allí, y esto tenía un reflejo
en la difundida devoción al Escapulario de la Virgen del Carmen. También yo lo recibí,
creo que cuando tenía diez años; y aún lo llevo. Se iba a los carmelitas
también para las confesiones. De ese modo, tanto en la iglesia parroquial, como
en la del Carmen se formó mi devoción mariana durante los años de la infancia y
de la adolescencia...."
Esos hechos quedaron grabados en el espíritu
del joven Wojtila y marcaron la dirección de su vida. Su devoción mariana fue
desarrollándose, y adquiriendo madurez y nuevos rasgos, hasta culminar con su
consagración a María: el Totus tuus, según el espíritu de San Luis María Grignion
de Montfort.
El escapulario del Carmen lo ha llevado siempre…
sobre su pecho. Lo ha testimoniado él mismo en varias ocasiones; en 2001, en la
Carta que dirigió a los Padres Generales de la Orden Carmelita, con motivo de
la celebración del 750 aniversario de la entrega del Escapulario a San Simón
Stock (l251-2001), en la que dice: "¡ También yo llevo sobre mi corazón
desde hace tanto tiempo el escapulario del Carmen!, por el amor que nutro hacia
la celeste Madre común, cuya protección experimento continuamente..."
La relación de Carol Wojtyla con los
carmelitas, y su devoción a la Virgen del Carmen se fueron afianzando día a día
en los años de su juventud, fértiles y fecundos para su formación humana,
teológica y espiritual. Visitaba sus iglesias, celebraba con solemnidad la
fiesta del Carmen el l6 de julio. En los días festivos estudiaba en la
biblioteca del convento, hasta concluir su carrera.
En este tiempo conoció en Cracovia a una
persona providencial en su vida: Ian Tyranowski, que le puso en contacto con
los libros y la doctrina de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz y
acentuó en él el amor a la mística, y a la mística mariana. Esto le ayudó a
vivir más en profundidad la espiritualidad del Carmelo, y su vida mariana.
En todo este tiempo la Virgen María y la
Virgen del Escapulario ejerció una influencia decisiva en su vocación
sacerdotal. En l942, el último domingo de mayo, hizo una visita al santuario de
Czestochowa, en el que se venera a la Virgen Patrona de Polonia… Ante su imagen
ratificó sus deseos de ser sacerdote de Jesucristo. Le acompañaba el amor y la
confianza en la Virgen del Carmen, cuyo escapulario llevaba con devoción sobre
su pecho y en su corazón.
Enrique
Llamas, OCD
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