jueves, 12 de julio de 2012

Juan Pablo II, devoto de la Virgen del Carmen desde la infancia


Se han publicado ya numerosas semblanzas biográficas del Beato Juan Pablo II.
Algunos autores han querido escribir verdaderas biografías. Otros recorren las secuencias de su vida en un estilo de crónicas de carácter periodístico. Y sorprende que muchos pasan por alto, o tocan de una forma meramente superficial este aspecto de su devoción mariana, que fue determinante en su vida.
Hay que llenar esos silencios. Como es sabido, el Beato nació el l8 de mayo de l920 en Wadowice, una población no muy populosa, asentada al sur de Polonia, cerca de Cracovia, mirando hacia Occidente. Por esos años era una villa próspera. Albergaba un "Destacamento del Regimiento de Infantería, y gozaba de un alto nivel cultural. Tenía tres conventos, el más notable el de los Carmelitas Descalzos, que se levantaba en una colina.

Aquí nació la devoción a la Virgen del Carmen y a su Santo Escapulario en el corazón del joven -niño aún- Carol Wojtyla, como herencia de su familia, y como fruto del contacto espiritual que él mantenía con los religiosos carmelitas. Este contacto era frecuente y profundo, tanto que en dos ocasiones pretendió ingresar en la Orden. No se llevaron a efecto sus deseos, por causas más altas y providenciales, y
por obediencia a su Arzobispo. El mismo dirá más adelante: "Durante cierto tiempo consideré la posibilidad de entrar en el Carmelo. Las dudas fueron resueltas por el Arzobispo Cardenal Sapieha". Pero, hacía "ejercicios espirituales" con los Carmelitas, en una ocasión bajo la dirección del P. Leonardo de la Dolorosa.
El mismo Papa nos ha dejado escrita una página interesantísima -que algunos biógrafos parecen desconocer- en la que da a conocer la fuerte influencia que los carmelitas ejercieron en su devoción mariana, determinante para su vida. Dice así "..al referirme a los orígenes de mi vocación sacerdotal, no puedo olvidar la trayectoria mariana, La veneración a la Madre de Dios en su forma tradicional me viene de la familia, y de la parroquia de Wadowice...
Además, en Wadowice, había sobre la colina un monasterio carmelita, cuya fundación se remontaba a los tiempos de San Rafael Kalinowski. Muchos habitantes de Wadowice acudían allí, y esto tenía un reflejo en la difundida devoción al Escapulario de  la Virgen del Carmen. También yo lo recibí, creo que cuando tenía diez años; y aún lo llevo. Se iba a los carmelitas también para las confesiones. De ese modo, tanto en la iglesia parroquial, como en la del Carmen se formó mi devoción mariana durante los años de la infancia y de la adolescencia...."
Esos hechos quedaron grabados en el espíritu del joven Wojtila y marcaron la dirección de su vida. Su devoción mariana fue desarrollándose, y adquiriendo madurez y nuevos rasgos, hasta culminar con su consagración a María: el Totus tuus, según el espíritu de San Luis María Grignion de Montfort.
El escapulario del Carmen lo ha llevado siempre… sobre su pecho. Lo ha testimoniado él mismo en varias ocasiones; en 2001, en la Carta que dirigió a los Padres Generales de la Orden Carmelita, con motivo de la celebración del 750 aniversario de la entrega del Escapulario a San Simón Stock (l251-2001), en la que dice: "¡ También yo llevo sobre mi corazón desde hace tanto tiempo el escapulario del Carmen!, por el amor que nutro hacia la celeste Madre común, cuya protección experimento continuamente..."
La relación de Carol Wojtyla con los carmelitas, y su devoción a la Virgen del Carmen se fueron afianzando día a día en los años de su juventud, fértiles y fecundos para su formación humana, teológica y espiritual. Visitaba sus iglesias, celebraba con solemnidad la fiesta del Carmen el l6 de julio. En los días festivos estudiaba en la biblioteca del convento, hasta concluir su carrera.
En este tiempo conoció en Cracovia a una persona providencial en su vida: Ian Tyranowski, que le puso en contacto con los libros y la doctrina de Santa Teresa de Jesús y San Juan de la Cruz y acentuó en él el amor a la mística, y a la mística mariana. Esto le ayudó a vivir más en profundidad la espiritualidad del Carmelo, y su vida mariana.
En todo este tiempo la Virgen María y la Virgen del Escapulario ejerció una influencia decisiva en su vocación sacerdotal. En l942, el último domingo de mayo, hizo una visita al santuario de Czestochowa, en el que se venera a la Virgen Patrona de Polonia… Ante su imagen ratificó sus deseos de ser sacerdote de Jesucristo. Le acompañaba el amor y la confianza en la Virgen del Carmen, cuyo escapulario llevaba con devoción sobre su pecho y en su corazón.

Enrique Llamas, OCD

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