lunes, 10 de diciembre de 2012

¿MISIONEROS Y MÍSTICOS?


A veces entendemos muy mal la espiritualidad y creemos que se trata de estar solos en silencio, escondiéndonos de los demás y pensando únicamente en Dios. Pero, en realidad, eso es sólo encerrarse en la propia mente, y entonces ya no podemos encontrarnos verdaderamente con Dios. Esa espiritualidad nos vuelve seres aislados, cómodos, egoístas, cerrados. Por eso, hay espiritualidades que no nos estimulan a ser misioneros. El Documento de Aparecida, cuando habla de la espiritualidad, destaca “una espiritualidad de la acción misionera” (DA, 273-274), aclarando que “no es una experiencia que se limita a los espacios privados de la devoción” (DA, 273). Hoy tenemos que desarrollar una espiritualidad que nos estimule a servir, a dar la vida, a encontrarnos con los demás, a transformar el mundo. Sólo así podremos lograr un encuentro profundo con el Señor.


Cuando el corazón está verdaderamente abierto a Dios al mismo tiempo se abre a los hermanos. Y si realmente abrimos el corazón a los hermanos. Y si realmente abrimos el corazón a los hermanos, eso nos prepara para crecer en el amor al Señor. Por eso, si queremos alcanzar las más preciosas experiencias místicas, no podemos apartarnos del camino del amor fraterno. Buscando el bien de los demás y dedicándonos a hacer el bien, vamos ampliando nuestro interior para recibir los más preciosos regalos del Señor. Entonces, si queremos crecer en la vida espiritual no podemos dejar de ser misioneros. La tarea misionera nos amplia la mente y el corazón, nos abre horizontes espirituales, nos hace más sensibles para reconocer la acción del Espíritu, nos saca de nuestros esquemas limitados y cerrados, ensancha nuestro interior para que el Espíritu tenga más espacio.

(Fuente: “Quince motivaciones para ser misioneros” V.M. Fernández)

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