domingo, 2 de junio de 2013

LOS SANTOS DEL CARMELO Y LA EUCARISTÍA

“Ámalo mucho, pero conócelo. En la Eucaristía está y vive Jesús entre nosotros; ese Dios que lloró, gimió y se compadeció de nuestras miserias. Ese pan tiene un Corazón divino con las ternuras de Pastor, de Padre, de Madre, de Esposo y de Dios. Escúchalo, pues el dijo que es “la Verdad”. Míralo, pues es la fisonomía
del Padre. Ámalo, que es Amor dándose a su criatura”

(Santa Teresa de los Andes, Cartas)

“Oh mi Jesús oculto en el sagrario, mi Esposo, mi divino Amor, mi Vida, -qué felicidad siento en cada tarde- cuando puedo escucharte, hablarte y verte. Oh Jesús, prisionero, abandonado. Siempre que estoy Señor, cerca de Ti, me parece ya encontrarme en el Cielo. Cuando oígo la Armonía de tu voz, Esposo y Amado mío, todo mi ser queda sielncioso y sólo a ti te escucho, y sólo a ti te veo. Qué unión tan íntima, Cristo mío, cuando siento latir mi corazón al contacto del tuyo. ¡Quién pudiera pasar horas y horas en este santo lugar. Quién pudiera gastar toda su vida viviendo junto a ti, mi dulce Amor! Ya nada de este mundo me ilusiona. Tan sólo tú, Señor, llenas mi vida ¡Fuera de ti, Jesús, que eres mi Tesoro, nada poseo. A tu lado me siento
muy feliz, porque tú eres mi Amor; porque tú eres mi Vida. ¡Oh Dios, que estas oculto en el Sagrario, y que te dignaste escogerme para amarte, sufrir y complacerte: sé mi fortaleza, sé mi Vida!

(Bta. Isabel de la Trinidad, La adoración perpetua)


“¡Señor mío y Bien mío! ¡Me sorprende, que quieras estar así con nosotros, y con toda verdad lo podemos creer, porque es así! Y si no fuera por nuestros descuidos, podríamos gozarnos de tu presencia como Vos te alegras con nosotros, pues dijiste que “es tu deleite estar con los hijos de los hombres”

(Santa Teresa de Jesús, Vida)

“Jesús te espera para acoger todas tus cargas, para consolarte, para ayudarte siempre como el Amigo más fiel. Entonces, toda soledad desaparece. Él ha prometido permanecer entre nosotros hasta el fin del mundo y ha cumplido. Aquí te espera y quiere entrar en vos para que te introduzcas totalmente en Él. Cuánto más a menudo se realiza esta unión, más intensa e íntima se hará. ¿Es comprensible que te prives de este signo extraordinario del amor divino, incluso una vez menos de lo que te sea posible?”


(Sta. Teresa Benedicta de la Cruz, Educación Eucarística)

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